Empiezo mi artículo con unadeclaración que hizo el gran Winston Churchill: “no odio a los comunistas porsu tonto sistema económico y su absurda doctrina de una igualdadimposible. Los odio por el terrorismosangriento y devastador que practican en cada tierra que arruinan, solomediante el cual su régimen criminal puede mantenerse”.
Hoy en día se ha vueltopolíticamente incorrecto mencionar la palabra “comunismo”. Peor aún, llamar a alguien“comunista”. Igual sucede con “socialismo”. “Chairo” y “socialconfusos”pareciera ofender menos a quienes creen que ese sistema es lo mejor que hay. Apesar de la abrumadora evidencia del total fracaso, siguen defendiéndolo contodo.
Estamos ya en pleno procesoelectoral. Las ofertas de campaña estarán a la orden del día, todas ofreciendorescatar al país de la situación en la que se encuentra. Hay muchísimosproblemas y las propuestas de cómo resolver cada uno serán muy variadas. Pero,¿cuál es esa “situación”? A mi criterio, es la lucha extrema de la izquierdaqueriendo tomar el poder a toda costa. Esto tiene a Guatemala polarizada al extremo.
No es nuevo que, quienes promuevenesta ideología, lo han intentado a lo largo de la vida democrática enGuatemala. Nunca han tenido éxito electoral. De alguna forma, los chapines nohemos caído en esas interminables trampas pues nos ofrecen todo gratis cuandosabemos que eso es imposible. Ahora, lo que ofrecen es acabar con la corrupcióny usan a los mercantilistas (no empresarios, que somos la abrumadora mayoría) paraconvencer que el sistema democrático con economía libre en el que vivimos, esla causa de la corrupción.
Nuevamente, mienten. Reconozco quelos mercantilistas, aquellos que se aprovechan de sus “contactos” en elgobierno de turno para favorecer sus negocios, son corruptos y han hecho muchodaño. Lo que no reconocen estos “chairos” es que los socialistas son tancorruptos que han logrado destruir países completos y llevarlos a la máximapobreza. Venezuela, con las grandes reservas de petróleo, es un ejemplo. Cuba,con tanta gente productiva, es otro. Bolivia, Nicaragua, China, otros casosdramáticos en los que la población vive en extrema pobreza. No les gustareconocer que los dirigentes de estos países, que se convierten en dictadores enpoco tiempo, forman parte de la lista de los más millonarios del mundo.
Muchos hemos luchado contra laimposición de este sistema. Los socialistas tradicionales en Guatemala lograroncrear la CICIG, llegando a su punto máximo cuando llegó Iván Velásquez adirigirla. Hoy es historia, pero hay jueces que se rehúsan a aceptarlo. Lacoptación del sistema de justicia es el principio del proceso para implementaresa ideología destructiva.
Hoy más que nunca debemos estaralertas. Las ofertas de sacarnos de la pobreza son vacías, más aún si vienen depersonas igualmente vacías.. Luchar contra la corrupción empieza por cambiarsistemas de compras, de nombramientos y de muchas cosas más. Ofrecer meterpresos a los corruptos es una obligación, pero eso no resuelve. La situaciónactual empezará a cambiar cuando todos contribuyamos a construir país, un metrocuadrado a la vez.
Empiezo mi artículo con unadeclaración que hizo el gran Winston Churchill: “no odio a los comunistas porsu tonto sistema económico y su absurda doctrina de una igualdadimposible. Los odio por el terrorismosangriento y devastador que practican en cada tierra que arruinan, solomediante el cual su régimen criminal puede mantenerse”.
Hoy en día se ha vueltopolíticamente incorrecto mencionar la palabra “comunismo”. Peor aún, llamar a alguien“comunista”. Igual sucede con “socialismo”. “Chairo” y “socialconfusos”pareciera ofender menos a quienes creen que ese sistema es lo mejor que hay. Apesar de la abrumadora evidencia del total fracaso, siguen defendiéndolo contodo.
Estamos ya en pleno procesoelectoral. Las ofertas de campaña estarán a la orden del día, todas ofreciendorescatar al país de la situación en la que se encuentra. Hay muchísimosproblemas y las propuestas de cómo resolver cada uno serán muy variadas. Pero,¿cuál es esa “situación”? A mi criterio, es la lucha extrema de la izquierdaqueriendo tomar el poder a toda costa. Esto tiene a Guatemala polarizada al extremo.
No es nuevo que, quienes promuevenesta ideología, lo han intentado a lo largo de la vida democrática enGuatemala. Nunca han tenido éxito electoral. De alguna forma, los chapines nohemos caído en esas interminables trampas pues nos ofrecen todo gratis cuandosabemos que eso es imposible. Ahora, lo que ofrecen es acabar con la corrupcióny usan a los mercantilistas (no empresarios, que somos la abrumadora mayoría) paraconvencer que el sistema democrático con economía libre en el que vivimos, esla causa de la corrupción.
Nuevamente, mienten. Reconozco quelos mercantilistas, aquellos que se aprovechan de sus “contactos” en elgobierno de turno para favorecer sus negocios, son corruptos y han hecho muchodaño. Lo que no reconocen estos “chairos” es que los socialistas son tancorruptos que han logrado destruir países completos y llevarlos a la máximapobreza. Venezuela, con las grandes reservas de petróleo, es un ejemplo. Cuba,con tanta gente productiva, es otro. Bolivia, Nicaragua, China, otros casosdramáticos en los que la población vive en extrema pobreza. No les gustareconocer que los dirigentes de estos países, que se convierten en dictadores enpoco tiempo, forman parte de la lista de los más millonarios del mundo.
Muchos hemos luchado contra laimposición de este sistema. Los socialistas tradicionales en Guatemala lograroncrear la CICIG, llegando a su punto máximo cuando llegó Iván Velásquez adirigirla. Hoy es historia, pero hay jueces que se rehúsan a aceptarlo. Lacoptación del sistema de justicia es el principio del proceso para implementaresa ideología destructiva.
Hoy más que nunca debemos estaralertas. Las ofertas de sacarnos de la pobreza son vacías, más aún si vienen depersonas igualmente vacías.. Luchar contra la corrupción empieza por cambiarsistemas de compras, de nombramientos y de muchas cosas más. Ofrecer meterpresos a los corruptos es una obligación, pero eso no resuelve. La situaciónactual empezará a cambiar cuando todos contribuyamos a construir país, un metrocuadrado a la vez.