Hemos vivido un tsunami esta última semana. La incertidumbre que generó la terminación de CICIG en Guatemala (finalmente), ha sido de las más grandes vividas en los últimos años. Llegó al punto en que la calificadora de riesgo Moodys nos bajó la nota diciendo que esta acción afectaría la construcción de un estado de derecho en un país con altos índices de corrupción.
Nocabe duda que CICIG supo mediatizar sussupuestos logros. Violando el artículo13 de la Constitución, presentó a los acusados ante los medios de comunicaciónsin que éstos hubieran sido presentados ante un juez. El citado artículo prohíbe esto. Con sus conferencias de prensa proyectandoimágenes elaboradas con la supuesta información recabada, violó la presunciónde inocencia de los acusados. Esto es underecho humano incluido en la Declaración Universal de DDHH de la mismaNaciones Unidas. No se puede violar la ley. Punto.
Perotal parece que, a nivel internacional, estas violaciones no sonimportantes. Lo es la “lucha contra lacorrupción”. No importa que haya habido una sola condena desde 2015, y es larelacionada con el caso “agua mágica”. Todo lo demás sigue entrampado, en proceso, detenido o como sea.
Tampocoimporta el uso de testigos falsos para acusar a los supuestos implicados. Esto demuestra que no hay delitos cometidos,solamente una agenda que cumplir. Ymenos importante aún para la “comunidad internacional” y para los “CICIG-lovers” es la cooptación delsistema de justicia de forma que los jueces han fallado contrario a lo quedicta la ley. El extremo ha sido la corte de constitucionalidad,extralimitándose en sus funciones pues los asuntos internacionales sonresponsabilidad del Presidente de la República, como lo establece el artículo183 de la Constitución.
Elque Guatemala haya dejado de crecer 0.4% en el 2017 por el cierre de la minaSan Rafael tampoco es importante para los que ahora nos dicen que es negativodeshacerse de CICIG. La pérdida de másde 2,000 empleos (directos e indirectos) como consecuencia del cierre, notrasciende fronteras. La pobreza queesto generó, tampoco. Este es uno de lostantos fallos apegados a CICIG, no a la ley.
Losdesaciertos, la corrupción, la manipulación del sistema de justicia, todo,quedan en un conveniente olvido para los que están llorando la finalización deCICIG, a quien solo le importó la imagen y brillar para seguir recibiendodinero y continuar esta “lucha”. Los donantes se llenaron de orgullo, salieronen los medios de comunicación y en redes sociales, presumiendo de su buena fe yvoluntad. El dinero que dieron les dio “autoridad”para exigir y criticar a Guatemala.
Mientrastanto, los chapines hemos estado tratando de sobrevivir. Con una economía conmuy bajo crecimiento y hasta estancada, casi nula inversión y la consecuentefalta de generación de empleos, la violencia en aumento y los demás temasimportantes como la salud, la educación, la red vial, la desnutrición, enpausa. El gobierno (no es el quedeseamos o necesitamos pero es al que elegimos democráticamente) se ha pasado defendiéndosede los atentados para defenestrarlo, provenientes de esa izquierda retrógradaque puede llegar al poder solo por la vía del asalto, pues nunca pasan de un 3%del voto popular. Esa izquierda (laverdadera y la que finge, pero ambas con el único interés de tener dinero ypoder para ellos mismos), es incapaz de construir algo, de generar desarrollo yde crear empleos, fue dirigida por Velásquez durante tres años y ahora sesiente como “gallina sin cabeza”, dando vueltas como locos, convocando amarchas que resultan escuetas, salvo que paguen a la gente para que llegue.
Nostoca reconstruir Guatemala, cada uno en el metro cuadrado que nos tocó. Llevemos el mensaje a todos, haciéndoles verque no ha habido ninguna lucha contra la corrupción, que meter muchos a lacárcel no resuelve nada si no hay cambio de sistemas de elección de diputados ymagistrados, contratación y nombramiento de funcionarios, reducción del tamañodel gobierno y de la tramitología, etc.
Nos toca informar que es fundamental tener un sistema de justicia apegado a la ley y no uno cooptado para poder manipularlo a conveniencia. Tenemos la obligación ciudadana de exigir elecciones transparentes, sin violencia ni manipulación de nadie para que, quien sea electo como el próximo gobernante, tenga la responsabilidad de cumplir lo prometido y conducir a Guatemala hacia el crecimiento y el desarrollo. Todos, desde nuestro espacio, lo exigiremos.
República es ajena a la opinión expresada en este artículo
Hemos vivido un tsunami esta última semana. La incertidumbre que generó la terminación de CICIG en Guatemala (finalmente), ha sido de las más grandes vividas en los últimos años. Llegó al punto en que la calificadora de riesgo Moodys nos bajó la nota diciendo que esta acción afectaría la construcción de un estado de derecho en un país con altos índices de corrupción.
Nocabe duda que CICIG supo mediatizar sussupuestos logros. Violando el artículo13 de la Constitución, presentó a los acusados ante los medios de comunicaciónsin que éstos hubieran sido presentados ante un juez. El citado artículo prohíbe esto. Con sus conferencias de prensa proyectandoimágenes elaboradas con la supuesta información recabada, violó la presunciónde inocencia de los acusados. Esto es underecho humano incluido en la Declaración Universal de DDHH de la mismaNaciones Unidas. No se puede violar la ley. Punto.
Perotal parece que, a nivel internacional, estas violaciones no sonimportantes. Lo es la “lucha contra lacorrupción”. No importa que haya habido una sola condena desde 2015, y es larelacionada con el caso “agua mágica”. Todo lo demás sigue entrampado, en proceso, detenido o como sea.
Tampocoimporta el uso de testigos falsos para acusar a los supuestos implicados. Esto demuestra que no hay delitos cometidos,solamente una agenda que cumplir. Ymenos importante aún para la “comunidad internacional” y para los “CICIG-lovers” es la cooptación delsistema de justicia de forma que los jueces han fallado contrario a lo quedicta la ley. El extremo ha sido la corte de constitucionalidad,extralimitándose en sus funciones pues los asuntos internacionales sonresponsabilidad del Presidente de la República, como lo establece el artículo183 de la Constitución.
Elque Guatemala haya dejado de crecer 0.4% en el 2017 por el cierre de la minaSan Rafael tampoco es importante para los que ahora nos dicen que es negativodeshacerse de CICIG. La pérdida de másde 2,000 empleos (directos e indirectos) como consecuencia del cierre, notrasciende fronteras. La pobreza queesto generó, tampoco. Este es uno de lostantos fallos apegados a CICIG, no a la ley.
Losdesaciertos, la corrupción, la manipulación del sistema de justicia, todo,quedan en un conveniente olvido para los que están llorando la finalización deCICIG, a quien solo le importó la imagen y brillar para seguir recibiendodinero y continuar esta “lucha”. Los donantes se llenaron de orgullo, salieronen los medios de comunicación y en redes sociales, presumiendo de su buena fe yvoluntad. El dinero que dieron les dio “autoridad”para exigir y criticar a Guatemala.
Mientrastanto, los chapines hemos estado tratando de sobrevivir. Con una economía conmuy bajo crecimiento y hasta estancada, casi nula inversión y la consecuentefalta de generación de empleos, la violencia en aumento y los demás temasimportantes como la salud, la educación, la red vial, la desnutrición, enpausa. El gobierno (no es el quedeseamos o necesitamos pero es al que elegimos democráticamente) se ha pasado defendiéndosede los atentados para defenestrarlo, provenientes de esa izquierda retrógradaque puede llegar al poder solo por la vía del asalto, pues nunca pasan de un 3%del voto popular. Esa izquierda (laverdadera y la que finge, pero ambas con el único interés de tener dinero ypoder para ellos mismos), es incapaz de construir algo, de generar desarrollo yde crear empleos, fue dirigida por Velásquez durante tres años y ahora sesiente como “gallina sin cabeza”, dando vueltas como locos, convocando amarchas que resultan escuetas, salvo que paguen a la gente para que llegue.
Nostoca reconstruir Guatemala, cada uno en el metro cuadrado que nos tocó. Llevemos el mensaje a todos, haciéndoles verque no ha habido ninguna lucha contra la corrupción, que meter muchos a lacárcel no resuelve nada si no hay cambio de sistemas de elección de diputados ymagistrados, contratación y nombramiento de funcionarios, reducción del tamañodel gobierno y de la tramitología, etc.
Nos toca informar que es fundamental tener un sistema de justicia apegado a la ley y no uno cooptado para poder manipularlo a conveniencia. Tenemos la obligación ciudadana de exigir elecciones transparentes, sin violencia ni manipulación de nadie para que, quien sea electo como el próximo gobernante, tenga la responsabilidad de cumplir lo prometido y conducir a Guatemala hacia el crecimiento y el desarrollo. Todos, desde nuestro espacio, lo exigiremos.
República es ajena a la opinión expresada en este artículo