Esta semanainició oficialmente el ciclo escolar 2019. Este regreso será igual de amargoque años pasados, así lo demuestra la evaluación Pisa-D. Sus resultadosreafirman lo que ya nos han dicho las pruebas nacionales: la calidad delplatillo educativo que estamos sirviendo es deficiente. No descalifico nidesprecio el esfuerzo de los cocineros, pero la actual receta produce un platodesabrido y falto de nutrientes.
Pisa-D es una evaluación internacional cuyo objetivoes medir la capacidad de los estudiantes para resolver problemas de la vidareal, aplicando sus conocimientos en lectura, matemática y ciencias. En otraspalabras, Pisa-D ayuda a conocer qué saben y qué saben hacer los jóvenes dentroy fuera del contexto escolar antes de ingresar al mundo laboral.
En Guatemala fue evaluada una muestra representativade 5,100 estudiantes. Lamentablemente el promedio guatemalteco está muy pordebajo del promedio regional el cual, de por si, es muy bajo. Nueve de cadadiez jóvenes chapines no alcanzan el nivel básico de competencias y sudesempeño en las tres áreas evaluadas es bajo (89 por ciento reprobaron enmatemáticas, 77 por ciento en ciencia y 70 por ciento en lectura). Al evaluarla diferencia entre las zonas urbanas y rurales, la brecha es bastante notoria.En lectura los jóvenes de zonas rurales alcanzaron 62 puntos menos que suspares en zonas urbanas.
Todos estos datos son sumamente alarmantes. Sinembargo, los podemos utilizar para tomar las decisiones necesarias de reforma anuestro sistema. Hoy tenemos un Pisa-D que nos permite plantearnos acciones y metasconcretas de mejora en aprendizaje. Por ejemplo, debemos brindar mayor atencióna las áreas rurales (las cuales mostraron ser muy vulnerables), dotar anuestros docentes con herramientas pedagógicas que los ayuden a convertirse enmentores y, principalmente, mejorar nuestra calidad de gasto. No podemos hablar de mejor educación si seguimosgastando desordenadamente. Este año Q1 mil 500 millones adicionales estarándestinados a financiar el incremento en el pacto colectivo, el cual no toma encuenta factores como la mejora en la calidad. Debemos enfocarnos en esasiniciativas y asignar más recursos a programas de mejora en cobertura, calidad,etc.
No podemos seguir aplazando una profunda reforma educativaque tenga como objetivo el aprendizaje efectivo y cuyos méritos se sometan aevaluaciones cuantitativas, como la Pisa-D. Las mejoras en la educación denuestro país son un tema de urgencia nacional. Esto es una bomba de tiempo ycada día que pasa la presión aumenta. Cada vez son más los jóvenes que nocuentan con las destrezas mínimas para enfrentarse el mundo. En un futuro nomuy lejano estarán buscando empleos para los cuales no están preparados. En sudesesperación migrarán o, en el peor de los casos, delinquirán. Por tanto, sirealmente estamos comprometidos con un mejor futuro para nuestra nación, no hayotro tema más importante que la educación,. Les pregunto entonces, ¿seguimossirviendo un plato putrefacto a nuestros niños o cambiamos la receta?
República es ajena a la opinión expresada en este artículo
Esta semanainició oficialmente el ciclo escolar 2019. Este regreso será igual de amargoque años pasados, así lo demuestra la evaluación Pisa-D. Sus resultadosreafirman lo que ya nos han dicho las pruebas nacionales: la calidad delplatillo educativo que estamos sirviendo es deficiente. No descalifico nidesprecio el esfuerzo de los cocineros, pero la actual receta produce un platodesabrido y falto de nutrientes.
Pisa-D es una evaluación internacional cuyo objetivoes medir la capacidad de los estudiantes para resolver problemas de la vidareal, aplicando sus conocimientos en lectura, matemática y ciencias. En otraspalabras, Pisa-D ayuda a conocer qué saben y qué saben hacer los jóvenes dentroy fuera del contexto escolar antes de ingresar al mundo laboral.
En Guatemala fue evaluada una muestra representativade 5,100 estudiantes. Lamentablemente el promedio guatemalteco está muy pordebajo del promedio regional el cual, de por si, es muy bajo. Nueve de cadadiez jóvenes chapines no alcanzan el nivel básico de competencias y sudesempeño en las tres áreas evaluadas es bajo (89 por ciento reprobaron enmatemáticas, 77 por ciento en ciencia y 70 por ciento en lectura). Al evaluarla diferencia entre las zonas urbanas y rurales, la brecha es bastante notoria.En lectura los jóvenes de zonas rurales alcanzaron 62 puntos menos que suspares en zonas urbanas.
Todos estos datos son sumamente alarmantes. Sinembargo, los podemos utilizar para tomar las decisiones necesarias de reforma anuestro sistema. Hoy tenemos un Pisa-D que nos permite plantearnos acciones y metasconcretas de mejora en aprendizaje. Por ejemplo, debemos brindar mayor atencióna las áreas rurales (las cuales mostraron ser muy vulnerables), dotar anuestros docentes con herramientas pedagógicas que los ayuden a convertirse enmentores y, principalmente, mejorar nuestra calidad de gasto. No podemos hablar de mejor educación si seguimosgastando desordenadamente. Este año Q1 mil 500 millones adicionales estarándestinados a financiar el incremento en el pacto colectivo, el cual no toma encuenta factores como la mejora en la calidad. Debemos enfocarnos en esasiniciativas y asignar más recursos a programas de mejora en cobertura, calidad,etc.
No podemos seguir aplazando una profunda reforma educativaque tenga como objetivo el aprendizaje efectivo y cuyos méritos se sometan aevaluaciones cuantitativas, como la Pisa-D. Las mejoras en la educación denuestro país son un tema de urgencia nacional. Esto es una bomba de tiempo ycada día que pasa la presión aumenta. Cada vez son más los jóvenes que nocuentan con las destrezas mínimas para enfrentarse el mundo. En un futuro nomuy lejano estarán buscando empleos para los cuales no están preparados. En sudesesperación migrarán o, en el peor de los casos, delinquirán. Por tanto, sirealmente estamos comprometidos con un mejor futuro para nuestra nación, no hayotro tema más importante que la educación,. Les pregunto entonces, ¿seguimossirviendo un plato putrefacto a nuestros niños o cambiamos la receta?
República es ajena a la opinión expresada en este artículo