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Dios es guatemalteco

Carolina Castellanos
21 de diciembre, 2018

“Incapazde percibir Tu forma, Te encuentro a mi alrededor.  Tu presencia llena mis ojos con Tu amor y hacehumilde mi corazón, pues Tu estás en todas partes”. Guillermo del Toro

Hacemuchos años tuve el gusto de conocer a don Carlos Lorenz, un bombero voluntarioentregado a su profesión y con gran deseo de servir.  Él me dijo una vez que, después de haber  inspeccionado cientos de industrias, no seexplicaba por qué muchas de ellas no habían explotado, como consecuencia de lasinsuficientes medidas de seguridad con las que contaban.  Su única explicación era que ¡Dios esguatemalteco!

A lolargo de los años me he recordado de esta frase y tengo que admitir que miamigo bombero tenía razón. Suceden tantas cosas en Guatemala y aún así nos lasarreglamos para seguir trabajando, produciendo, manteniendo una actitudpositiva y, entusiasmados, celebrar la Navidad y la llegada del próximo año.

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Elsistema de justicia está destruido pues la corrupción está a la orden de quientiene más influencias con el juez.  Losfallos de quienes juraron apegarse al imperio de la ley, o sea, los jueces, hansido ideológicos, particularmente en los casos políticos.  La impartición de justicia es excesivamentelenta y los empresarios deben esperar años para obtener algún fallo.  Han habido abusos extremos de los recursos deapelación.  Y para ponerle la guinda alpastel, la corte de constitucionalidad (no merece mayúsculas) está bajo losdesignios de Velásquez, alejada de la Constitución a la que juraron proteger ydefender y ha llegado al extremo de darle órdenes al propio Presidente de laRepública y a quienes se opongan a los designios de, principalmente, tres desus magistrados. ¿Cómo puede un país funcionar así? Sin una justicia apegadaa  la ley, pronta y cumplida, esrealmente muy difícil. La injusticia es mucho peor que  la inseguridad.

Losmedios de comunicación, en su mayoría, han estado plegados a los designios delmismo personaje.  Es difícil encontrarnoticias balanceadas cuando son políticas. Esto ha generado mucha polarización, desinformación y falta de credibilidada los mismos medios. Se olvidaron de su rol fundamental: informar, converacidad y objetividad.  Ni hablar delsistema de salud, la infraestructura vial, la educación y el abandono delEstado en tantas comunidades que viven en la pobreza extrema.

Consecuenciade lo todo lo anterior, la economía está deprimida.  Esto lo hemos sentido todos pues loscomentarios generalizados son “está lento el negocio”. El Banco de Guatemalapronostica un leve crecimiento del PIB, lo que me causa sorpresa.  Sin embargo, ese crecimiento es insuficientepara generar empleos. 

Encimade todo, “nos llovió sobre mojado” porque los precios internacionales denuestros principales productos agrícolas de exportación, estuvieron a labaja.  O sea, tuvimos que vender barato yseguramente muchos agricultores no lograron cubrir sus costos.

Aúnasí, seguimos optimistas. Guatemala sigue adelante, aún frente a un sombríopanorama electoral, con demasiada incertidumbre y con anticipadas campañasnegras y de desinformación, principalmente por medio de las redes sociales.

Alver que logramos crecer algo, que seguimos entusiastas, que hicimos planes para2019 porque aún hay muchos a quien venderles nuestros productos y servicios, y hastasalimos a comprar regalos, no me queda duda que ¡Dios es guatemalteco!

Les deseo una muy feliz Navidad, en  paz y rodeados de su familia y amigos. Un abrazo fraternal para todos.


República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Dios es guatemalteco

Carolina Castellanos
21 de diciembre, 2018

“Incapazde percibir Tu forma, Te encuentro a mi alrededor.  Tu presencia llena mis ojos con Tu amor y hacehumilde mi corazón, pues Tu estás en todas partes”. Guillermo del Toro

Hacemuchos años tuve el gusto de conocer a don Carlos Lorenz, un bombero voluntarioentregado a su profesión y con gran deseo de servir.  Él me dijo una vez que, después de haber  inspeccionado cientos de industrias, no seexplicaba por qué muchas de ellas no habían explotado, como consecuencia de lasinsuficientes medidas de seguridad con las que contaban.  Su única explicación era que ¡Dios esguatemalteco!

A lolargo de los años me he recordado de esta frase y tengo que admitir que miamigo bombero tenía razón. Suceden tantas cosas en Guatemala y aún así nos lasarreglamos para seguir trabajando, produciendo, manteniendo una actitudpositiva y, entusiasmados, celebrar la Navidad y la llegada del próximo año.

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Elsistema de justicia está destruido pues la corrupción está a la orden de quientiene más influencias con el juez.  Losfallos de quienes juraron apegarse al imperio de la ley, o sea, los jueces, hansido ideológicos, particularmente en los casos políticos.  La impartición de justicia es excesivamentelenta y los empresarios deben esperar años para obtener algún fallo.  Han habido abusos extremos de los recursos deapelación.  Y para ponerle la guinda alpastel, la corte de constitucionalidad (no merece mayúsculas) está bajo losdesignios de Velásquez, alejada de la Constitución a la que juraron proteger ydefender y ha llegado al extremo de darle órdenes al propio Presidente de laRepública y a quienes se opongan a los designios de, principalmente, tres desus magistrados. ¿Cómo puede un país funcionar así? Sin una justicia apegadaa  la ley, pronta y cumplida, esrealmente muy difícil. La injusticia es mucho peor que  la inseguridad.

Losmedios de comunicación, en su mayoría, han estado plegados a los designios delmismo personaje.  Es difícil encontrarnoticias balanceadas cuando son políticas. Esto ha generado mucha polarización, desinformación y falta de credibilidada los mismos medios. Se olvidaron de su rol fundamental: informar, converacidad y objetividad.  Ni hablar delsistema de salud, la infraestructura vial, la educación y el abandono delEstado en tantas comunidades que viven en la pobreza extrema.

Consecuenciade lo todo lo anterior, la economía está deprimida.  Esto lo hemos sentido todos pues loscomentarios generalizados son “está lento el negocio”. El Banco de Guatemalapronostica un leve crecimiento del PIB, lo que me causa sorpresa.  Sin embargo, ese crecimiento es insuficientepara generar empleos. 

Encimade todo, “nos llovió sobre mojado” porque los precios internacionales denuestros principales productos agrícolas de exportación, estuvieron a labaja.  O sea, tuvimos que vender barato yseguramente muchos agricultores no lograron cubrir sus costos.

Aúnasí, seguimos optimistas. Guatemala sigue adelante, aún frente a un sombríopanorama electoral, con demasiada incertidumbre y con anticipadas campañasnegras y de desinformación, principalmente por medio de las redes sociales.

Alver que logramos crecer algo, que seguimos entusiastas, que hicimos planes para2019 porque aún hay muchos a quien venderles nuestros productos y servicios, y hastasalimos a comprar regalos, no me queda duda que ¡Dios es guatemalteco!

Les deseo una muy feliz Navidad, en  paz y rodeados de su familia y amigos. Un abrazo fraternal para todos.


República es ajena a la opinión expresada en este artículo

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