El título parece de telenovela, de aquellas que tratan de traición, abandono, infidelidad y, por supuesto, engaños a manos llenas. Bueno, pues no me refiero a una de estas series de televisión, sino a nuestra propia Guatemala.
George Orwell dijo “en un tiempo de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”. De pronto por eso se ha escaseado. La búsqueda de la verdad se vuelve cada vez más difícil. Veamos algunos ejemplos.
El más reciente show de CICIG es la acusación contra el ex Ministro de Gobernación Carlos Vielman por un supuesto delito que cometió y por el que ya fue absuelto en España. Los testigos forman parte integral de la peor escoria que ha habido en Guatemala. Esto prácticamente invalida cualquier testimonio que puedan dar pues su calidad moral es inexistente y seguramente dirán cualquier cosa para obtener ventajas personales. Esta ha sido una de las estrategias de CICIG: el uso de testigos falsos, fabricación de pruebas a conveniencia, shows mediáticos para convencer a la ciudadanía de la culpabilidad de los acusados, sin haber sido siquiera escuchados por un juez. El engaño ha sido constante. La verdad ha salido a la luz en pocas ocasiones, ycuando sale resulta ser revolucionaria al poner en evidencia la falsedad de todo el actuar.
Thelma Aldana ha sido otro gran engaño. Fingió ser adalid en la lucha contra la corrupción y, desde que dejó el cargo de Fiscal General, han salido varios casos donde se le acusa de corrupción. Contrario a lo que ella hizo de la mano de Velásquez, se han presentado las denuncias en las cortes correspondientes, sin hacer shows mediáticos mostrándola a ella “enchachada” ante los medios de comunicación.
Hablando de éstos, los medios han resultado ser parte de la estrategia del engaño, con algunas excepciones. Digo esto pues se supone que su trabajo es la búsqueda de la verdad, dar la información tal cual, sin sesgos ideológicos y con la mayor objetividad posible. Desde que inició la época de Velásquez, y de pronto antes, se fue perdiendo esta misión y su tarea se convirtió en ser vocería de CICIG. Hay muchos que aún creen lo que leen en los medios. Yo fui una de estas personas, hasta no hace mucho. Ahora vemos una de las consecuencias en la reducción y organización del grupo mediático más grande del país.
El peor de los engaños ha sido el de las oenegés que manipulan a las poblaciones marginadas para lograr su propio beneficio, que siempre es dinero. La gravedad está en las promesas que les hacen a los comunitarios, quienes creen que saldrán de la pobreza y tendrán una vida un poco más digna, o los defenderán de supuestas discriminaciones. El pésimo servicio de salud, la deficiente educación, la carencia de rutas de acceso, entre otros, tienen a demasiadas comunidades en el abandono, donde las oportunidades para salir adelante son casi nulas. Estos oenegeros se aprovechande la ausencia del Estado para lograr sus fines espurios. El resultado ha sido una conflictividad social desbordada ante la falta de intervención de las autoridades para detenerlo.
Es imposible no mencionar a la corte de constitucionalidad(en minúsculas, a propósito), quien se ha convertido en un hoyo negro donde entra todo y salen dictámenes a conveniencia. Se le dio demasiado poder y, como dijo Lord Acton en el siglo XIX, el poder absoluto corrompe absolutamente. Hay una intención en el Congreso de eliminarla de tajo por medio de una consulta popular. No sé si es la solución. Cualquiera que sea, hay que evitar esa concentración de poder.
¿Y la búsqueda de la verdad? Ese acto “revolucionario”, como lo llama Orwell, está a cargo de unos pocos. En este tiempo de “engaño universal”, es sumamente difícil encontrarla, pero no imposible. Considero que las redes sociales han contribuido en esto, pues sacan a luz cosas del pasado y del presente que suelen mostrar los verdaderos colores de diferentes personajes. Lamentablemente, las redes también están inundadas de “netcenters” cuya función es, precisamente, el engaño, para favorecer a quien los ha contratado. Seguimos siendo un país libre, y esto es parte de la libertad de expresión. Esta inundación dificulta mucho la tan ansiada búsqueda.
Pero, aunque cada vez sea más difícil, no es imposible. Pequeñas voces pueden hacer mucho ruido y causar esa revolución. Todos podemos y debemos ser esas voces, esos buscadores incesantes de la verdad.
República es ajena a la opinión expresada en este artículo
El título parece de telenovela, de aquellas que tratan de traición, abandono, infidelidad y, por supuesto, engaños a manos llenas. Bueno, pues no me refiero a una de estas series de televisión, sino a nuestra propia Guatemala.
George Orwell dijo “en un tiempo de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”. De pronto por eso se ha escaseado. La búsqueda de la verdad se vuelve cada vez más difícil. Veamos algunos ejemplos.
El más reciente show de CICIG es la acusación contra el ex Ministro de Gobernación Carlos Vielman por un supuesto delito que cometió y por el que ya fue absuelto en España. Los testigos forman parte integral de la peor escoria que ha habido en Guatemala. Esto prácticamente invalida cualquier testimonio que puedan dar pues su calidad moral es inexistente y seguramente dirán cualquier cosa para obtener ventajas personales. Esta ha sido una de las estrategias de CICIG: el uso de testigos falsos, fabricación de pruebas a conveniencia, shows mediáticos para convencer a la ciudadanía de la culpabilidad de los acusados, sin haber sido siquiera escuchados por un juez. El engaño ha sido constante. La verdad ha salido a la luz en pocas ocasiones, ycuando sale resulta ser revolucionaria al poner en evidencia la falsedad de todo el actuar.
Thelma Aldana ha sido otro gran engaño. Fingió ser adalid en la lucha contra la corrupción y, desde que dejó el cargo de Fiscal General, han salido varios casos donde se le acusa de corrupción. Contrario a lo que ella hizo de la mano de Velásquez, se han presentado las denuncias en las cortes correspondientes, sin hacer shows mediáticos mostrándola a ella “enchachada” ante los medios de comunicación.
Hablando de éstos, los medios han resultado ser parte de la estrategia del engaño, con algunas excepciones. Digo esto pues se supone que su trabajo es la búsqueda de la verdad, dar la información tal cual, sin sesgos ideológicos y con la mayor objetividad posible. Desde que inició la época de Velásquez, y de pronto antes, se fue perdiendo esta misión y su tarea se convirtió en ser vocería de CICIG. Hay muchos que aún creen lo que leen en los medios. Yo fui una de estas personas, hasta no hace mucho. Ahora vemos una de las consecuencias en la reducción y organización del grupo mediático más grande del país.
El peor de los engaños ha sido el de las oenegés que manipulan a las poblaciones marginadas para lograr su propio beneficio, que siempre es dinero. La gravedad está en las promesas que les hacen a los comunitarios, quienes creen que saldrán de la pobreza y tendrán una vida un poco más digna, o los defenderán de supuestas discriminaciones. El pésimo servicio de salud, la deficiente educación, la carencia de rutas de acceso, entre otros, tienen a demasiadas comunidades en el abandono, donde las oportunidades para salir adelante son casi nulas. Estos oenegeros se aprovechande la ausencia del Estado para lograr sus fines espurios. El resultado ha sido una conflictividad social desbordada ante la falta de intervención de las autoridades para detenerlo.
Es imposible no mencionar a la corte de constitucionalidad(en minúsculas, a propósito), quien se ha convertido en un hoyo negro donde entra todo y salen dictámenes a conveniencia. Se le dio demasiado poder y, como dijo Lord Acton en el siglo XIX, el poder absoluto corrompe absolutamente. Hay una intención en el Congreso de eliminarla de tajo por medio de una consulta popular. No sé si es la solución. Cualquiera que sea, hay que evitar esa concentración de poder.
¿Y la búsqueda de la verdad? Ese acto “revolucionario”, como lo llama Orwell, está a cargo de unos pocos. En este tiempo de “engaño universal”, es sumamente difícil encontrarla, pero no imposible. Considero que las redes sociales han contribuido en esto, pues sacan a luz cosas del pasado y del presente que suelen mostrar los verdaderos colores de diferentes personajes. Lamentablemente, las redes también están inundadas de “netcenters” cuya función es, precisamente, el engaño, para favorecer a quien los ha contratado. Seguimos siendo un país libre, y esto es parte de la libertad de expresión. Esta inundación dificulta mucho la tan ansiada búsqueda.
Pero, aunque cada vez sea más difícil, no es imposible. Pequeñas voces pueden hacer mucho ruido y causar esa revolución. Todos podemos y debemos ser esas voces, esos buscadores incesantes de la verdad.
República es ajena a la opinión expresada en este artículo