El precio de la libertad es la voluntad de enfrentarse a batallas repentinas, donde sea, cuando sea y con total imprudencia. Robert Heinlein
Esta semana, por enésima vez, hubo otra gran batalla en el Congreso, y por la misma causa: las reformas a la Constitución. Nuevamente, las distintas fuerzas se enfrentaron a gritos, insultos, ataques, consignas de todo tipo. Unos atacan a otros por pensar diferente. Ha sido una lucha constante, con breves treguas solamente.
Por supuesto, los libertarios estamos dando todo para defender la libertad DE TODOS, no solo la nuestra. Los otros defienden lo que creen es correcto, algunos pocos porque así lo creen, la mayoría porque es lo que su ideología les dice. No se dan cuenta que defienden lo que sería el fin de la República.
Por muchos años he manifestado que, mucho peor que la inseguridad, es la falta de justicia. Si tuviéramos una justicia pronta, eficaz, justa, no habrían crecido tanto las extorsiones, los bloqueos, las maras, el narcotráfico, la corrupción, y un largo etcétera. La impunidad es lo peor que hay, pues le da rienda suelta a los actos delictivos habiendo certeza de que no habrá castigo.
Ahora, ¿son estas reformas propuestas la solución a la impunidad? Definitivamente no. Ya me he referido antes a las palabras de Lord Acton: ͞el poder absoluto corrompe absolutamente͟. Este consejo superior de justicia (con minúsculas, a propósito) es un monstruo que busca cooptar la impartición de justicia, con poderes absolutos, inoperante, donde yo te nombro a ti y tu después me nombras a mi, donde le dan listado de candidatos a magistrados al Presidente y al Congreso. Esto, entre otras cosas.
Los diputados tienen en sus manos terminar con esta debacle, polarización, ingobernabilidad (protestas masivas para presionar por la aprobación del artículo 203 que reconoce la jurisdicción indígena). Mi propuesta: suspendan la discusión y convoquen al diálogo político que nunca hicieron y tienen la obligación de llevar a cabo. Esto significa celebrar audiencias, las que sean, para recibir a todos los que estemos interesados en opinar. No importa si esto les lleva dos años. Reformar la Constitución es un tema demasiado serio e importante, como para querer hacerlo ͞a la carrera͟, por presiones o intereses espurios.
Si esto no sucede, seguiremos en las peleas semanales de los miércoles. Y lo que es peor, crecerá la polarización que está destruyendo Guatemala.
República es ajena a la opinión expresada en este artículo
El precio de la libertad es la voluntad de enfrentarse a batallas repentinas, donde sea, cuando sea y con total imprudencia. Robert Heinlein
Esta semana, por enésima vez, hubo otra gran batalla en el Congreso, y por la misma causa: las reformas a la Constitución. Nuevamente, las distintas fuerzas se enfrentaron a gritos, insultos, ataques, consignas de todo tipo. Unos atacan a otros por pensar diferente. Ha sido una lucha constante, con breves treguas solamente.
Por supuesto, los libertarios estamos dando todo para defender la libertad DE TODOS, no solo la nuestra. Los otros defienden lo que creen es correcto, algunos pocos porque así lo creen, la mayoría porque es lo que su ideología les dice. No se dan cuenta que defienden lo que sería el fin de la República.
Por muchos años he manifestado que, mucho peor que la inseguridad, es la falta de justicia. Si tuviéramos una justicia pronta, eficaz, justa, no habrían crecido tanto las extorsiones, los bloqueos, las maras, el narcotráfico, la corrupción, y un largo etcétera. La impunidad es lo peor que hay, pues le da rienda suelta a los actos delictivos habiendo certeza de que no habrá castigo.
Ahora, ¿son estas reformas propuestas la solución a la impunidad? Definitivamente no. Ya me he referido antes a las palabras de Lord Acton: ͞el poder absoluto corrompe absolutamente͟. Este consejo superior de justicia (con minúsculas, a propósito) es un monstruo que busca cooptar la impartición de justicia, con poderes absolutos, inoperante, donde yo te nombro a ti y tu después me nombras a mi, donde le dan listado de candidatos a magistrados al Presidente y al Congreso. Esto, entre otras cosas.
Los diputados tienen en sus manos terminar con esta debacle, polarización, ingobernabilidad (protestas masivas para presionar por la aprobación del artículo 203 que reconoce la jurisdicción indígena). Mi propuesta: suspendan la discusión y convoquen al diálogo político que nunca hicieron y tienen la obligación de llevar a cabo. Esto significa celebrar audiencias, las que sean, para recibir a todos los que estemos interesados en opinar. No importa si esto les lleva dos años. Reformar la Constitución es un tema demasiado serio e importante, como para querer hacerlo ͞a la carrera͟, por presiones o intereses espurios.
Si esto no sucede, seguiremos en las peleas semanales de los miércoles. Y lo que es peor, crecerá la polarización que está destruyendo Guatemala.
República es ajena a la opinión expresada en este artículo