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La historia sin fin

Salvador Paiz
30 de marzo, 2017

En Guatemala el contrabando es un fenómeno centenario que protagoniza una historia sin fin. Tiene sus inicios en la época de la Colonia, cuando España instauró aduanas como medida de control del comercio. Fue así como surgieron los mercados clandestinos y el lucrativo negocio del contrabando en aduanas. Más de 300 años después, la piratería y corrupción en aduanas continúan. La semana pasada, una estructura de defraudación aduanera fue hallada dentro de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT).

Vulneraciones en los protocolos de seguridad y una caída en los ingresos de impuestos por importación, motivó a autoridades de la SAT a denunciar y a depurarse a sí misma. Tras la investigación llamada “Contenedores Fantasma”, fueron capturados 16 trabajadores de la SAT, supuestos integrantes de una red de defraudadores. Estas personas liberaban contenedores que ingresaban a Guatemala, simulando únicamente tránsito por el territorio nacional. Sin embargo, los contenedores nunca salían del país. Los guatemaltecos debemos celebrar los esfuerzos de autodepuración de la SAT. Ciertamente, se deben llevar a cabo procesos muy complejos para lograr la depuración de las estructuras criminales incrustadas desde hace años en las instituciones.

No obstante, el problema del contrabando es de gran magnitud y, a pesar de que sus orígenes vienen de siglos atrás, hoy es un fenómeno que crece a un ritmo vertiginoso. Es evidente el alto índice de corrupción por la defraudación aduanera, sub-declaraciones y apego a regímenes arancelarios que no corresponden con el producto. Lamentablemente existe una ausencia de información que permita estimar el valor monetario de estos actos ilícitos. En 2012, Fundesa estimó que el valor del comercio ilícito es de Q14,200 millones (3.6% del PIB), mientras que Asies dijo que este tiene un valor de Q13,414.4 millones (3.4% del PIB). Estimo que ambas cifras hoy serían mucho más elevadas debido al desplome de la moneda mexicana y su consecuente impacto en el contrabando.

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El contrabando no es un crimen “sin víctima”, como algunos buscan caracterizarlo. Todo lo contario, es un crimen con graves consecuencias para el país entero y todos sus ciudadanos. Entre las evidentes consecuencias se encuentran la corrosión y cooptación de importantes instituciones como la SAT, así como la escandalosa evasión fiscal la cual, según cifras oficiales, oscila entre Q5,900 millones y Q8,000 millones anuales. Estos montos equivalen al total del presupuesto asignado al Ministerio de Salud Pública (Q6,877 millones) o a la mitad del presupuesto del Ministerio de Educación (Q13,937 millones). Además, el contrabando causa la pérdida de negocios en el resto de la cadena de abastecimiento, lo cual genera otra serie de problemas. Recordemos que una vez el producto ingresa de manera ilegal a nuestro país, este se mantiene en una cadena de ilegalidad. Es decir, ya no paga IVA, se vende en comercios al margen de la ley y quienes tampoco pagan las prestaciones establecidas en la ley, etcétera. ¿Cómo compite el distribuidor lícito de cualquier producto contra quien lo importa y comercializa en la ilegalidad?

Aplaudo las recientes acciones de la SAT. Ello denota cambios trascendentales en el funcionamiento interno de las instituciones, y espero que esto continúe. A ello debemos sumarle el hecho que los ciudadanos guatemaltecos también tenemos un importante rol en la lucha contra el contrabando y la defraudación aduanera, que va más allá de fiscalizar nuestras instituciones. Se trata de una lección básica de economía: si no hay demanda, no hay oferta. Por tanto, si no existe demanda de productos ilícitos, no existe su oferta. Está en nuestras manos velar por la legítima procedencia de los productos que adquirimos, desde zapatos, hasta medicamentos con los debidos registros. El contrabando en aduanas puede cambiar si trabajamos activamente en la reducción de la demanda de productos contrabandeados, la gran pregunta es: ¿cuándo nos decidiremos a ponerle punto final a esta historia?

www.salvadorpaiz.com
@salva_paiz

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

La historia sin fin

Salvador Paiz
30 de marzo, 2017

En Guatemala el contrabando es un fenómeno centenario que protagoniza una historia sin fin. Tiene sus inicios en la época de la Colonia, cuando España instauró aduanas como medida de control del comercio. Fue así como surgieron los mercados clandestinos y el lucrativo negocio del contrabando en aduanas. Más de 300 años después, la piratería y corrupción en aduanas continúan. La semana pasada, una estructura de defraudación aduanera fue hallada dentro de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT).

Vulneraciones en los protocolos de seguridad y una caída en los ingresos de impuestos por importación, motivó a autoridades de la SAT a denunciar y a depurarse a sí misma. Tras la investigación llamada “Contenedores Fantasma”, fueron capturados 16 trabajadores de la SAT, supuestos integrantes de una red de defraudadores. Estas personas liberaban contenedores que ingresaban a Guatemala, simulando únicamente tránsito por el territorio nacional. Sin embargo, los contenedores nunca salían del país. Los guatemaltecos debemos celebrar los esfuerzos de autodepuración de la SAT. Ciertamente, se deben llevar a cabo procesos muy complejos para lograr la depuración de las estructuras criminales incrustadas desde hace años en las instituciones.

No obstante, el problema del contrabando es de gran magnitud y, a pesar de que sus orígenes vienen de siglos atrás, hoy es un fenómeno que crece a un ritmo vertiginoso. Es evidente el alto índice de corrupción por la defraudación aduanera, sub-declaraciones y apego a regímenes arancelarios que no corresponden con el producto. Lamentablemente existe una ausencia de información que permita estimar el valor monetario de estos actos ilícitos. En 2012, Fundesa estimó que el valor del comercio ilícito es de Q14,200 millones (3.6% del PIB), mientras que Asies dijo que este tiene un valor de Q13,414.4 millones (3.4% del PIB). Estimo que ambas cifras hoy serían mucho más elevadas debido al desplome de la moneda mexicana y su consecuente impacto en el contrabando.

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El contrabando no es un crimen “sin víctima”, como algunos buscan caracterizarlo. Todo lo contario, es un crimen con graves consecuencias para el país entero y todos sus ciudadanos. Entre las evidentes consecuencias se encuentran la corrosión y cooptación de importantes instituciones como la SAT, así como la escandalosa evasión fiscal la cual, según cifras oficiales, oscila entre Q5,900 millones y Q8,000 millones anuales. Estos montos equivalen al total del presupuesto asignado al Ministerio de Salud Pública (Q6,877 millones) o a la mitad del presupuesto del Ministerio de Educación (Q13,937 millones). Además, el contrabando causa la pérdida de negocios en el resto de la cadena de abastecimiento, lo cual genera otra serie de problemas. Recordemos que una vez el producto ingresa de manera ilegal a nuestro país, este se mantiene en una cadena de ilegalidad. Es decir, ya no paga IVA, se vende en comercios al margen de la ley y quienes tampoco pagan las prestaciones establecidas en la ley, etcétera. ¿Cómo compite el distribuidor lícito de cualquier producto contra quien lo importa y comercializa en la ilegalidad?

Aplaudo las recientes acciones de la SAT. Ello denota cambios trascendentales en el funcionamiento interno de las instituciones, y espero que esto continúe. A ello debemos sumarle el hecho que los ciudadanos guatemaltecos también tenemos un importante rol en la lucha contra el contrabando y la defraudación aduanera, que va más allá de fiscalizar nuestras instituciones. Se trata de una lección básica de economía: si no hay demanda, no hay oferta. Por tanto, si no existe demanda de productos ilícitos, no existe su oferta. Está en nuestras manos velar por la legítima procedencia de los productos que adquirimos, desde zapatos, hasta medicamentos con los debidos registros. El contrabando en aduanas puede cambiar si trabajamos activamente en la reducción de la demanda de productos contrabandeados, la gran pregunta es: ¿cuándo nos decidiremos a ponerle punto final a esta historia?

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo

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