Algunas personas consideran que Guatemala necesita más impuestos para que la gente mejore. Es más, hay quienes consideran que con impuestos podrán resolver muchas cosas que no les gustan. Especialmente los impuestos indirectos específicos a ciertas actividades. Es el caso de los impuestos a la distribución de bebidas, cerveza, bebidas alcohólicas, vino, cemento, a los derivados de petróleo y sus derivados, el cigarro, los productos financieros, legados y donaciones y otros.
Pues bien, todos estos impuestos específicos se imponen por encima de los impuestos que normalmente ya pagan las empresas como lo son el Impuesto Sobre la Renta (ISR) que debería mejor ser llamado Impuesto al Rendimiento de Capital, el Impuesto al Valor Agregado (IVA), aranceles de importación a ciertos productos, permisos, licencias, además de los demás impuestos y tasas que existen como el IUSI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles), arbitrios municipales para el pago de iluminación y que se cobra de la factura de la energía eléctrica, etc…
Todos estos impuestos que en realidad producen muy pocos ingresos al fisco pero que implican un gran costo de recaudación incrementan la burocracia, causan corrupción y distorsionan la economía al aumentar innecesariamente el precio de algunos productos.
Recuerdo que en un momento dado, el bunker tuvo un impuestos específico que lo hacía más caro que le diésel. De esta cuenta, quienes usaban bunker para sus calderas comenzaron a utilizar diésel siendo el costo para el país mayor al usar diésel que bunker. Este caso donde un impuesto específico empobrece a un país ocurre en mayor o menor medida con cada impuesto específico. Y eso sin tomar en cuenta la competitividad que perdemos como país en relación a nuestros países vecinos que no tienen estos impuestos.
A veces se imponen tributos para que las personas dejen de usar algún producto que alguien que se cree superior a los demás considera que le puede ser dañino. Tal es el caso de los impuestos específicos al alcohol y a los cigarrillos. De acuerdo a la ley de la demanda, céteris páribus, la cantidad demandada tenderá a disminuir si el precio del producto tiende a aumentarse. Pero esto ocurre cuando la demanda del producto es muy sensible al precio. En el caso estos casos, parte de la demanda es poco sensible y la gente no deja de fumar porque subió el precio sino porque decidió en un momento dado de su vida que ya no quería seguir fumando, por ejemplo.
Ahora, el ministro de Medio Ambiente apareció con una idea que es la de imponer un impuesto a los envases plásticos. Según él y sus buenas intenciones, esto hará que la gente consuma menos agua embotellada para ayudar al medio ambiente a que se mejore. Considero extremadamente dañina esta y cualquier otra iniciativa que pretenda imponer nuevos impuestos o aumentar tasas a cualquier producto. No sólo encarecerá el producto al consumidor sino que hará que el contrabando de los países vecinos se incremente hacia este país al hacernos perder competitividad en la región. Y encima de todo, no se resolverá el problema.
A mí me gusta mucho hacer bicicleta de montaña. Lo menciono porque soy de las personas que salen al interior del país a pasear por las montañas y definitivamente no me gusta ver las botellas de plástico tiradas en el camino. Pero no sólo son las botellas de plástico, la gente tira de todo, latas, vidrio, papel, basura orgánica, todo lo que se les ocurra que les molesta en un momento dado lo tiran donde sea. De hecho, la basura orgánica es la que más contamina las fuentes de agua. Los ríos vienen contaminados con bacterias producto de las aguas negras. Esto no se ve a simple vista. Lo que se ve es el plástico que flota pero esto es inerte y aunque se vea feo no contamina las fuentes de agua. No se trata pues de meterle un impuesto a uno de los tantos productos que consume la gente porque esto no resuelve el problema de la gente que tira la basura en cualquier parte.
El problema es cómo hacer para que la gente no tire la basura en la calle ni en los ríos ni en los lagos ni en las alcantarillas. Considero que hay que atacar el problema de varias formas. La principal es cambiando los malos hábitos con el ejemplo y con campañas de información. Quienes están a cargo de la recolección de basura deben mantener un mejor sistema de los sitios donde se deposita y hacerlo profesionalmente.
La ignorancia es tan grande en este tema que hay que comenzar con los alcaldes y la gente que trabaja en todos los municipios. Lo digo porque en una visita para ver el problema de la basura en un municipio, quienes visitaron me contaron que el alcalde se quejaba que ellos tenían mucha contaminación porque no tenían un río que pasara por su municipio para poder tirar toda su basura. ¿Pueden creerlo? Pues a este nivel de ignorancia estamos en muchos municipios.
Con mis amigos de bicicleta de montaña hicimos una broma una vez que pedaleábamos y pasamos un río. Perdí el equilibrio al pasarlo y metí el pie en el agua. Mi expresión fue “Ya me contaminé en este río asqueroso”. Y uno de mis compañeros me dijo “No te preocupes, el río está bien limpio, mira, hasta espuma trae….”… Fue una broma del momento pero que refleja lo dramático de nuestra realidad. Que un río traiga espuma es porque viene sumamente contaminado. Esta espuma surge también de los agroquímicos que muchos de nuestros campesinos utilizan en sus sembradíos. Luego lavan sus instrumentos de fumigar en los riachuelos que van a parar a ríos más grandes. La contaminación, como vemos, viene de malas prácticas, de ignorancia y de no conocer las consecuencias finales de nuestros actos.
Pero volviendo a cualquier sugerencia de un nuevo impuesto específico para lo que sea, insisto en que no hay modo de mejorar si insistimos en aumentar impuestos. Necesitamos con urgencia una reactivación económica. En la medida en que un país mejore económicamente, pasado cierto nivel de ingresos de las personas, el medio ambiente comenzará a mejorar también (Kuznets). Hablar de nuevos impuestos es como suicidarse, se desalientan las inversiones y se pierde la confianza en el país.
Un más rápido crecimiento económico nos hará llegar al nivel de ingresos per cápita en el que la gente ya no se preocupará solamente de sobrevivir sino que pensará más allá en cómo mejorar el medio ambiente, entre otras cosas. Pero para ello no sólo debemos reducir la carga impositiva y eliminar los impuestos que distorsionan nuestra economía sino reducir también el gasto público. También debemos fortalecer nuestro sistema de justicia para que las demandas prosperen y se resuelvan rápida y eficazmente en el caso de violación de derechos individuales. El caso de la contaminación se resolvería si nuestro sistema de justicia pudiera resolver rápidamente las demandas de quienes ven afectadas sus propiedades y pertenencias porque otros se las contaminan.
Si hemos de tener algún impuesto que se respete el principio de neutralidad. Un impuesto que provoca cambios en la estructura de producción con respecto a la situación que prevalecía sin ese impuesto va contra este principio. Todos los impuestos especiales provocan cambios fuertes en la estructura de producción. No sólo desalientan la producción sino que provocan la producción al margen de la ley.
En poco tiempo, las empresas que están legalmente constituidas tenderán a desaparecer mientras que las informales ocuparán el mercado. La inversión disminuirá. La culpa no es tanto de quienes evaden la ley sino de quienes ignoran los efectos económicos de imponer impuestos confiscatorios y toda clase de trabas.
Con sugerencias como la de un impuesto específico a un producto se están poniendo se están creando los incentivos para que la economía informal crezca aún más y se reduzca el crecimiento económico del país con lo que tampoco mejorará el medio ambiente.
Algunas personas consideran que Guatemala necesita más impuestos para que la gente mejore. Es más, hay quienes consideran que con impuestos podrán resolver muchas cosas que no les gustan. Especialmente los impuestos indirectos específicos a ciertas actividades. Es el caso de los impuestos a la distribución de bebidas, cerveza, bebidas alcohólicas, vino, cemento, a los derivados de petróleo y sus derivados, el cigarro, los productos financieros, legados y donaciones y otros.
Pues bien, todos estos impuestos específicos se imponen por encima de los impuestos que normalmente ya pagan las empresas como lo son el Impuesto Sobre la Renta (ISR) que debería mejor ser llamado Impuesto al Rendimiento de Capital, el Impuesto al Valor Agregado (IVA), aranceles de importación a ciertos productos, permisos, licencias, además de los demás impuestos y tasas que existen como el IUSI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles), arbitrios municipales para el pago de iluminación y que se cobra de la factura de la energía eléctrica, etc…
Todos estos impuestos que en realidad producen muy pocos ingresos al fisco pero que implican un gran costo de recaudación incrementan la burocracia, causan corrupción y distorsionan la economía al aumentar innecesariamente el precio de algunos productos.
Recuerdo que en un momento dado, el bunker tuvo un impuestos específico que lo hacía más caro que le diésel. De esta cuenta, quienes usaban bunker para sus calderas comenzaron a utilizar diésel siendo el costo para el país mayor al usar diésel que bunker. Este caso donde un impuesto específico empobrece a un país ocurre en mayor o menor medida con cada impuesto específico. Y eso sin tomar en cuenta la competitividad que perdemos como país en relación a nuestros países vecinos que no tienen estos impuestos.
A veces se imponen tributos para que las personas dejen de usar algún producto que alguien que se cree superior a los demás considera que le puede ser dañino. Tal es el caso de los impuestos específicos al alcohol y a los cigarrillos. De acuerdo a la ley de la demanda, céteris páribus, la cantidad demandada tenderá a disminuir si el precio del producto tiende a aumentarse. Pero esto ocurre cuando la demanda del producto es muy sensible al precio. En el caso estos casos, parte de la demanda es poco sensible y la gente no deja de fumar porque subió el precio sino porque decidió en un momento dado de su vida que ya no quería seguir fumando, por ejemplo.
Ahora, el ministro de Medio Ambiente apareció con una idea que es la de imponer un impuesto a los envases plásticos. Según él y sus buenas intenciones, esto hará que la gente consuma menos agua embotellada para ayudar al medio ambiente a que se mejore. Considero extremadamente dañina esta y cualquier otra iniciativa que pretenda imponer nuevos impuestos o aumentar tasas a cualquier producto. No sólo encarecerá el producto al consumidor sino que hará que el contrabando de los países vecinos se incremente hacia este país al hacernos perder competitividad en la región. Y encima de todo, no se resolverá el problema.
A mí me gusta mucho hacer bicicleta de montaña. Lo menciono porque soy de las personas que salen al interior del país a pasear por las montañas y definitivamente no me gusta ver las botellas de plástico tiradas en el camino. Pero no sólo son las botellas de plástico, la gente tira de todo, latas, vidrio, papel, basura orgánica, todo lo que se les ocurra que les molesta en un momento dado lo tiran donde sea. De hecho, la basura orgánica es la que más contamina las fuentes de agua. Los ríos vienen contaminados con bacterias producto de las aguas negras. Esto no se ve a simple vista. Lo que se ve es el plástico que flota pero esto es inerte y aunque se vea feo no contamina las fuentes de agua. No se trata pues de meterle un impuesto a uno de los tantos productos que consume la gente porque esto no resuelve el problema de la gente que tira la basura en cualquier parte.
El problema es cómo hacer para que la gente no tire la basura en la calle ni en los ríos ni en los lagos ni en las alcantarillas. Considero que hay que atacar el problema de varias formas. La principal es cambiando los malos hábitos con el ejemplo y con campañas de información. Quienes están a cargo de la recolección de basura deben mantener un mejor sistema de los sitios donde se deposita y hacerlo profesionalmente.
La ignorancia es tan grande en este tema que hay que comenzar con los alcaldes y la gente que trabaja en todos los municipios. Lo digo porque en una visita para ver el problema de la basura en un municipio, quienes visitaron me contaron que el alcalde se quejaba que ellos tenían mucha contaminación porque no tenían un río que pasara por su municipio para poder tirar toda su basura. ¿Pueden creerlo? Pues a este nivel de ignorancia estamos en muchos municipios.
Con mis amigos de bicicleta de montaña hicimos una broma una vez que pedaleábamos y pasamos un río. Perdí el equilibrio al pasarlo y metí el pie en el agua. Mi expresión fue “Ya me contaminé en este río asqueroso”. Y uno de mis compañeros me dijo “No te preocupes, el río está bien limpio, mira, hasta espuma trae….”… Fue una broma del momento pero que refleja lo dramático de nuestra realidad. Que un río traiga espuma es porque viene sumamente contaminado. Esta espuma surge también de los agroquímicos que muchos de nuestros campesinos utilizan en sus sembradíos. Luego lavan sus instrumentos de fumigar en los riachuelos que van a parar a ríos más grandes. La contaminación, como vemos, viene de malas prácticas, de ignorancia y de no conocer las consecuencias finales de nuestros actos.
Pero volviendo a cualquier sugerencia de un nuevo impuesto específico para lo que sea, insisto en que no hay modo de mejorar si insistimos en aumentar impuestos. Necesitamos con urgencia una reactivación económica. En la medida en que un país mejore económicamente, pasado cierto nivel de ingresos de las personas, el medio ambiente comenzará a mejorar también (Kuznets). Hablar de nuevos impuestos es como suicidarse, se desalientan las inversiones y se pierde la confianza en el país.
Un más rápido crecimiento económico nos hará llegar al nivel de ingresos per cápita en el que la gente ya no se preocupará solamente de sobrevivir sino que pensará más allá en cómo mejorar el medio ambiente, entre otras cosas. Pero para ello no sólo debemos reducir la carga impositiva y eliminar los impuestos que distorsionan nuestra economía sino reducir también el gasto público. También debemos fortalecer nuestro sistema de justicia para que las demandas prosperen y se resuelvan rápida y eficazmente en el caso de violación de derechos individuales. El caso de la contaminación se resolvería si nuestro sistema de justicia pudiera resolver rápidamente las demandas de quienes ven afectadas sus propiedades y pertenencias porque otros se las contaminan.
Si hemos de tener algún impuesto que se respete el principio de neutralidad. Un impuesto que provoca cambios en la estructura de producción con respecto a la situación que prevalecía sin ese impuesto va contra este principio. Todos los impuestos especiales provocan cambios fuertes en la estructura de producción. No sólo desalientan la producción sino que provocan la producción al margen de la ley.
En poco tiempo, las empresas que están legalmente constituidas tenderán a desaparecer mientras que las informales ocuparán el mercado. La inversión disminuirá. La culpa no es tanto de quienes evaden la ley sino de quienes ignoran los efectos económicos de imponer impuestos confiscatorios y toda clase de trabas.
Con sugerencias como la de un impuesto específico a un producto se están poniendo se están creando los incentivos para que la economía informal crezca aún más y se reduzca el crecimiento económico del país con lo que tampoco mejorará el medio ambiente.