La discusión sobre la Ley de Aguas se está tornando acalorada, como era de esperarse, con sesgos ideológicos, con peticiones ilógicas, y con apasionamientos que no llevan a nada bueno. Que se necesita una Ley de Aguas, se necesita. Hacer algo apresurado y mal hecho, creo que sería un grave error. El tema del agua a nivel mundial, es importantísimo, siendo un recurso precioso que será según muchos expertos, el oro del futuro. Es un tema que debiera ser analizado con foros, con insumos de expertos del exterior, analizando ejemplos de países donde el tema ha sido manejado exitosamente, y donde inclusive, lo han logrado enfrentando realidades infinitamente más difíciles que la nuestra. Es demasiado importante, para legislar a la ligera.
Guatemala es un país fértil, que si bien está sufriendo las consecuencias de algunas sequías, en general, no tiene un verdadero problema de carencia de caudales. Veamos por ejemplo, como se ha manejado el tema en Israel. El Estado de Israel está localizado en un desierto, por lo que partiendo de esa base, el tema del agua es fundamental. En una alianza público-privada, ese país ha logrado llevar agua a todas las comunidades, ha logrado desarrollar una agricultura eficiente, desarrollado técnicas de riego de vanguardia. Las leyes para la conservación y uso del agua en Israel, datan de 1959, y establecen al Estado como propietario de una mayoría de caudales, que son concesionados por cooperativas, con el objetivo de satisfacer las necesidades de la población y contribuir al desarrollo del país. Ahora bien, a diferencia de Guatemala, hablamos de un país con una estabilidad macroeconómica clara, con una población con un nivel de educación muy superior al nuestro. Prueba de ello, Israel es un líder mundial en la agro-industria, si bien la importancia de la agricultura ha decrecido a un 2% del producto interno bruto, y emplea sólo aproximadamente un 3% de su población en ese campo.
Es importante tener en mente que como todo derecho, existen responsabilidades. En Israel, la Ley obliga a todos a usar eficientemente el agua, a no desperdiciarla, a no contaminarla, a preservar las tuberías limpias, y quien incumple pierde su derecho al uso del agua. Si fuera en Guatemala, los grupos de derechos humanos pegarían un grito en el cielo con semejante castigo porque nuestra gente tiene derecho a preservar su identidad cultural que según ellos (los extranjeros) incluye la tala y rosa y el uso de ríos como sanitarios. Si uno recorre la costa de Guatemala, o los ríos ve basura por todos lados. ¿De dónde viene esa basura? Plástico por doquier y en todas sus formas (vean foto tomada por mí en Río Dulce el mes pasado), latas, y cuanta porquería debiera ir en un basurero. Guste o no, sea políticamente incorrecto decirlo o no, nuestra cultura (o más bien incultura) en general no incluye un respeto por la naturaleza ni un concepto de higiene. La gente tira la basura del carro, tira la basura al río, usan el río como bañera (obvio, porque no tienen baños etc), por lo que si se hiciera una Ley de Agua justa que incluyera el pago por el uso del agua, debiera incluir también las multas por contaminar los caudales sea a individuos, comunidades o empresas. Si la Ley incluyera un examen de e-coli cuando el caudal sale de una población rural o urbana para monitorear la sanidad del agua, seguramente se vería que el agua lleva desechos de todo tipo, de nuevo, porque es usada como baño (inodoro y bañera).
Luego de subrayar esa verdad tan desagradable, cabe mencionar que no todo está perdido. Esta semana se supo de la actividad de estudiantes de agronomía que se pusieron a limpiar el río en la zona adyacente a su facultad, dando ejemplo de civismo, de amor al país.
La discusión sobre la Ley de Aguas se está tornando acalorada, como era de esperarse, con sesgos ideológicos, con peticiones ilógicas, y con apasionamientos que no llevan a nada bueno. Que se necesita una Ley de Aguas, se necesita. Hacer algo apresurado y mal hecho, creo que sería un grave error. El tema del agua a nivel mundial, es importantísimo, siendo un recurso precioso que será según muchos expertos, el oro del futuro. Es un tema que debiera ser analizado con foros, con insumos de expertos del exterior, analizando ejemplos de países donde el tema ha sido manejado exitosamente, y donde inclusive, lo han logrado enfrentando realidades infinitamente más difíciles que la nuestra. Es demasiado importante, para legislar a la ligera.
Guatemala es un país fértil, que si bien está sufriendo las consecuencias de algunas sequías, en general, no tiene un verdadero problema de carencia de caudales. Veamos por ejemplo, como se ha manejado el tema en Israel. El Estado de Israel está localizado en un desierto, por lo que partiendo de esa base, el tema del agua es fundamental. En una alianza público-privada, ese país ha logrado llevar agua a todas las comunidades, ha logrado desarrollar una agricultura eficiente, desarrollado técnicas de riego de vanguardia. Las leyes para la conservación y uso del agua en Israel, datan de 1959, y establecen al Estado como propietario de una mayoría de caudales, que son concesionados por cooperativas, con el objetivo de satisfacer las necesidades de la población y contribuir al desarrollo del país. Ahora bien, a diferencia de Guatemala, hablamos de un país con una estabilidad macroeconómica clara, con una población con un nivel de educación muy superior al nuestro. Prueba de ello, Israel es un líder mundial en la agro-industria, si bien la importancia de la agricultura ha decrecido a un 2% del producto interno bruto, y emplea sólo aproximadamente un 3% de su población en ese campo.
Es importante tener en mente que como todo derecho, existen responsabilidades. En Israel, la Ley obliga a todos a usar eficientemente el agua, a no desperdiciarla, a no contaminarla, a preservar las tuberías limpias, y quien incumple pierde su derecho al uso del agua. Si fuera en Guatemala, los grupos de derechos humanos pegarían un grito en el cielo con semejante castigo porque nuestra gente tiene derecho a preservar su identidad cultural que según ellos (los extranjeros) incluye la tala y rosa y el uso de ríos como sanitarios. Si uno recorre la costa de Guatemala, o los ríos ve basura por todos lados. ¿De dónde viene esa basura? Plástico por doquier y en todas sus formas (vean foto tomada por mí en Río Dulce el mes pasado), latas, y cuanta porquería debiera ir en un basurero. Guste o no, sea políticamente incorrecto decirlo o no, nuestra cultura (o más bien incultura) en general no incluye un respeto por la naturaleza ni un concepto de higiene. La gente tira la basura del carro, tira la basura al río, usan el río como bañera (obvio, porque no tienen baños etc), por lo que si se hiciera una Ley de Agua justa que incluyera el pago por el uso del agua, debiera incluir también las multas por contaminar los caudales sea a individuos, comunidades o empresas. Si la Ley incluyera un examen de e-coli cuando el caudal sale de una población rural o urbana para monitorear la sanidad del agua, seguramente se vería que el agua lleva desechos de todo tipo, de nuevo, porque es usada como baño (inodoro y bañera).
Luego de subrayar esa verdad tan desagradable, cabe mencionar que no todo está perdido. Esta semana se supo de la actividad de estudiantes de agronomía que se pusieron a limpiar el río en la zona adyacente a su facultad, dando ejemplo de civismo, de amor al país.