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Betty Marroquin
20 de abril, 2016

Con el escándalo más reciente en Puerto Quetzal (de la nueva terminal TCQ), me comentaba mi madre lo decepcionada y lo responsable que se sentía al haber votado por Otto Pérez y la Baldetti, en las elecciones que los llevaran al poder. Como ella, he escuchado el mismo comentario de tantas otras personas. Disiento con ese sentir, porque yo no me siento responsable aunque también voté por ellos, y más bien me dejó pensando cómo se hubieran desarrollado los últimos años en manos de Líder, que era la otra opción. Según el MP, lo del TCQ inició en los dorados tiempos del gobierno de Gloria Torres y Gustavo Alejos, por quienes no voté. Sinceramente, ¿podemos siquiera pensar que Líder no hubiera hecho lo mismo que el PP con este contrato, o con la corrupción en aduanas?

Con lo que ahora sabemos, entre las investigaciones del MP y la CICIG, y quienes han caído de ese ahora fallecido partido, es fácil pensar que Guatemala en manos de Líder hubiera sido un paraíso aún más descarado para el narcotráfico. El PP nos robó hasta por debajo de la lengua, pero yo no olvido a los Musa, y recuerdo el desfalco y la corrupción la Administración de la UNE, en los contratos adjudicados a Gustavo Alejos y su grupo, como no me creo tan inocente de pensar que por su pura inventiva empresarial la Doña es ahora multimillonaria. Ahí también tenemos mucha tela que cortar, y no precisamente huele a rosas. ¿Quién recuerda lo robado en los tiempos de Portillo, por quién tampoco voté? Y ¿quién recuerda todos los escándalos en los tiempos de la Administración Cerezo, mejor conocida como “Cemaco”, como se le apodaba por tener a todas sus famosas amigas “bajo un techo” en el Palacio Nacional? ¿Alguien recuerda al famoso General Ortega Menaldo, o al también famoso Donaldo Álvarez? Que nos han visto las caras al pueblo, nos las han visto en todos los gobiernos, sin excepciones; que se han dado aprovechados en todas y cada uno de las administraciones anteriores, creo que es innegable. Unos más descarados que otros. Sólo que ahora tenemos las redes sociales, y el antecedente de lo que el pueblo pacíficamente logró en el 2015.

Como en el Ejecutivo, la crisis actual trasciende al Legislativo y al Judicial. Tenemos diputados con reconocidas trayectorias viciadas, que son contratistas del Estado (que debiera ser prohibido por varias razones, iniciando por el evidente conflicto de intereses), el tan común nepotismo en todas sus formas, y todo porque quienes se postulan dejan mucho que desear y para rematarla, nos vienen impuestos por planillas. Es así que la calidad de los diputados que nos hemos visto forzados a elegir, deja mucho que desear. Pero esto no es un problema nuevo. Este menudo detalle, mandado por la Constitución, viene así desde 1985, firmada por algunos que aún están en el Congreso hoy día. Sabían perfectamente lo que hacían, y por ello allí siguen desde entonces. Mientras el sistema sea como es, y no podamos ejercer una elección directa, seguiremos en las mismas. Ahora, toca modificar la Constitución para que finalmente se vete la elección de personas no idóneas, se decrete la elección directa y no por planilla. Ahora bien, el Congreso es y debe ser un reflejo del pueblo al que representa, y aunque me ataquen, toca decir lo siguiente. En un país donde la gente tira basura de su carro, roba la señal de cable, roba el cable de níquel (ironía más grotesca, Guatemala es exportadora de un mineral que no produce, es robado del que las empresas de telefonía importan), se roba la energía, donde la trampa en todas sus formas es práctica generalizada, donde el más buzo es el más transa, ¿qué podemos esperar? Que al igual que con la población, existen diputados buenos es innegable, seamos justos. No todos los ciudadanos procedemos sin ética, como no todos los diputados son iguales, y hay sangre nueva en el Congreso que merece ser cultivada y respetada. Sólo esperemos que resistan las tentaciones, no sucumban a la presión de los dinosaurios y de los cuestionables, y rechacen tajantemente sus prácticas.

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Renovaron el mandato a la CICIG por otros 4 años, y que remedio si nuestro sistema judicial aún no puede funcionar sólo. Aplaudo lo que la CICIG ha logrado con las líneas, narcos, etc, pero me pregunto por qué avalan juicios plagados de burlas al debido proceso, y porqué no investigan sujetos corruptos en otros sectores (de reconocida trayectoria). De igual forma, con el MP, que cuando quieren hacen investigaciones con gran flexibilidad en cuanto a la presentación de pruebas y declaraciones (p.e. Sepur Zarco), y cuando quieren se hacen de la vista gorda (denuncias contra sindicalistas y gente de algunas ONGs, invasores de tierras). Insisto, la Ley debe ser igual para todos, y todos hijos o todos entenados.

Como ciudadana exijo que la Ley se cumpla, independientemente de quien sea el sindicado, de a qué sector pertenezca, que alianzas tenga, de que partido sea, que apellido posea, etnia o nivel socioeconómico. Que no sea caza de brujas contra militares, que usen los escasos fondos que tienen en el MP, en los tribunales, en todo el sistema de aplicación de justicia, para temas actuales y puntuales que están costando tanto a la ciudadanía. Basta con venganzas obtusas, basta con facturas por algo que ya debió quedar concluido. Ver donde estamos parados y hacia a donde vamos es lo que quiere el pueblo de Guatemala. Roma no se hizo en un día, y resolver todos estos problemas complejos y entelarañados en tres meses es imposible (aunque ahora venga Giamattei o los periodistas irresponsables, a insinuar que ya debieran de haber resuelto las cosas). Dinero para hospitales en lugar de resarcimientos es lo que queremos, pero mientras no nos dejen quienes abusan de nuestra ignorancia, de nuestra dejadez y de nuestra buena fe, Guatemala no saldrá del círculo vicioso en que se encuentra.

Como ya vimos, escuchamos y leímos, la injerencia que sufrimos de entes extranjeros es innegable. Si bien debieran tomar un curso sobre que es soberanía, ya que hablan de eso como si fuera algo que se puede tirar a la basura, cuando la soberanía reside en nosotros, el pueblo y por ende, si les importa poco la soberanía, les importa poco el pueblo que es el soberano, nos toca soportarla porque no podemos luchar contra ella, por ahora. Por lo tanto, si fueran responsables, influirían objetivamente, sin inclinaciones (al menos no tan descaradas) y presionarían para que se produzcan cambios, sin agenda escondida, sin sesgo ideológico, respetando nuestro orden constitucional. Mientras tanto, a quienes sólo critican les propongo de nuevo que sean proactivos y hagan propuestas, presenten un partido que sea una alternativa para nosotros los votantes, con un programa factible (no que nada más suene bonito, prometiendo repartir lo ajeno), apegado a la realidad y con agenda de país y no de ideología o de partido, y seguramente seremos muchos los que votaremos por ustedes. Le negativismo sólo nos traerá más negativismo. La apatía, la falta de fe en Guatemala, la vulgaridad, la grosería y descortesía, sólo nos traerá más de lo mismo.

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Betty Marroquin
20 de abril, 2016

Con el escándalo más reciente en Puerto Quetzal (de la nueva terminal TCQ), me comentaba mi madre lo decepcionada y lo responsable que se sentía al haber votado por Otto Pérez y la Baldetti, en las elecciones que los llevaran al poder. Como ella, he escuchado el mismo comentario de tantas otras personas. Disiento con ese sentir, porque yo no me siento responsable aunque también voté por ellos, y más bien me dejó pensando cómo se hubieran desarrollado los últimos años en manos de Líder, que era la otra opción. Según el MP, lo del TCQ inició en los dorados tiempos del gobierno de Gloria Torres y Gustavo Alejos, por quienes no voté. Sinceramente, ¿podemos siquiera pensar que Líder no hubiera hecho lo mismo que el PP con este contrato, o con la corrupción en aduanas?

Con lo que ahora sabemos, entre las investigaciones del MP y la CICIG, y quienes han caído de ese ahora fallecido partido, es fácil pensar que Guatemala en manos de Líder hubiera sido un paraíso aún más descarado para el narcotráfico. El PP nos robó hasta por debajo de la lengua, pero yo no olvido a los Musa, y recuerdo el desfalco y la corrupción la Administración de la UNE, en los contratos adjudicados a Gustavo Alejos y su grupo, como no me creo tan inocente de pensar que por su pura inventiva empresarial la Doña es ahora multimillonaria. Ahí también tenemos mucha tela que cortar, y no precisamente huele a rosas. ¿Quién recuerda lo robado en los tiempos de Portillo, por quién tampoco voté? Y ¿quién recuerda todos los escándalos en los tiempos de la Administración Cerezo, mejor conocida como “Cemaco”, como se le apodaba por tener a todas sus famosas amigas “bajo un techo” en el Palacio Nacional? ¿Alguien recuerda al famoso General Ortega Menaldo, o al también famoso Donaldo Álvarez? Que nos han visto las caras al pueblo, nos las han visto en todos los gobiernos, sin excepciones; que se han dado aprovechados en todas y cada uno de las administraciones anteriores, creo que es innegable. Unos más descarados que otros. Sólo que ahora tenemos las redes sociales, y el antecedente de lo que el pueblo pacíficamente logró en el 2015.

Como en el Ejecutivo, la crisis actual trasciende al Legislativo y al Judicial. Tenemos diputados con reconocidas trayectorias viciadas, que son contratistas del Estado (que debiera ser prohibido por varias razones, iniciando por el evidente conflicto de intereses), el tan común nepotismo en todas sus formas, y todo porque quienes se postulan dejan mucho que desear y para rematarla, nos vienen impuestos por planillas. Es así que la calidad de los diputados que nos hemos visto forzados a elegir, deja mucho que desear. Pero esto no es un problema nuevo. Este menudo detalle, mandado por la Constitución, viene así desde 1985, firmada por algunos que aún están en el Congreso hoy día. Sabían perfectamente lo que hacían, y por ello allí siguen desde entonces. Mientras el sistema sea como es, y no podamos ejercer una elección directa, seguiremos en las mismas. Ahora, toca modificar la Constitución para que finalmente se vete la elección de personas no idóneas, se decrete la elección directa y no por planilla. Ahora bien, el Congreso es y debe ser un reflejo del pueblo al que representa, y aunque me ataquen, toca decir lo siguiente. En un país donde la gente tira basura de su carro, roba la señal de cable, roba el cable de níquel (ironía más grotesca, Guatemala es exportadora de un mineral que no produce, es robado del que las empresas de telefonía importan), se roba la energía, donde la trampa en todas sus formas es práctica generalizada, donde el más buzo es el más transa, ¿qué podemos esperar? Que al igual que con la población, existen diputados buenos es innegable, seamos justos. No todos los ciudadanos procedemos sin ética, como no todos los diputados son iguales, y hay sangre nueva en el Congreso que merece ser cultivada y respetada. Sólo esperemos que resistan las tentaciones, no sucumban a la presión de los dinosaurios y de los cuestionables, y rechacen tajantemente sus prácticas.

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Como ciudadana exijo que la Ley se cumpla, independientemente de quien sea el sindicado, de a qué sector pertenezca, que alianzas tenga, de que partido sea, que apellido posea, etnia o nivel socioeconómico. Que no sea caza de brujas contra militares, que usen los escasos fondos que tienen en el MP, en los tribunales, en todo el sistema de aplicación de justicia, para temas actuales y puntuales que están costando tanto a la ciudadanía. Basta con venganzas obtusas, basta con facturas por algo que ya debió quedar concluido. Ver donde estamos parados y hacia a donde vamos es lo que quiere el pueblo de Guatemala. Roma no se hizo en un día, y resolver todos estos problemas complejos y entelarañados en tres meses es imposible (aunque ahora venga Giamattei o los periodistas irresponsables, a insinuar que ya debieran de haber resuelto las cosas). Dinero para hospitales en lugar de resarcimientos es lo que queremos, pero mientras no nos dejen quienes abusan de nuestra ignorancia, de nuestra dejadez y de nuestra buena fe, Guatemala no saldrá del círculo vicioso en que se encuentra.

Como ya vimos, escuchamos y leímos, la injerencia que sufrimos de entes extranjeros es innegable. Si bien debieran tomar un curso sobre que es soberanía, ya que hablan de eso como si fuera algo que se puede tirar a la basura, cuando la soberanía reside en nosotros, el pueblo y por ende, si les importa poco la soberanía, les importa poco el pueblo que es el soberano, nos toca soportarla porque no podemos luchar contra ella, por ahora. Por lo tanto, si fueran responsables, influirían objetivamente, sin inclinaciones (al menos no tan descaradas) y presionarían para que se produzcan cambios, sin agenda escondida, sin sesgo ideológico, respetando nuestro orden constitucional. Mientras tanto, a quienes sólo critican les propongo de nuevo que sean proactivos y hagan propuestas, presenten un partido que sea una alternativa para nosotros los votantes, con un programa factible (no que nada más suene bonito, prometiendo repartir lo ajeno), apegado a la realidad y con agenda de país y no de ideología o de partido, y seguramente seremos muchos los que votaremos por ustedes. Le negativismo sólo nos traerá más negativismo. La apatía, la falta de fe en Guatemala, la vulgaridad, la grosería y descortesía, sólo nos traerá más de lo mismo.

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