Desde hace varias semanas he estado pensando en el problema del maíz para Guatemala, y los miserables resultados que los pobres campesinos de la mayoría de regiones del país obtienen del cultivo de este grano sagrado para nuestros antepasados.
Además de la pérdida económica que genera para el pobre campesino, el maíz es el origen de los problemas de la desnutrición crónica, muertes materno infantiles, deformidades y otra serie de desgracias producidas por los microorganismos que contaminan el maíz producido en nuestras áreas rurales.
El maíz es una de las principales razones de la desgracia en la que viven nuestros pueblos indígenas. Dedican hasta 10 meses del año en cuidar un cultivo que al final no renta, ni siquiera para el pago del fertilizante que se le aplico, mucho menos el pago de los días de trabajo invertidos inútilmente en el cuidado del mismo.
Y todo lo que estoy aseverando es consecuencia de una serie de factores irrefutables, técnicamente probados y correctos desde todo punto de vista para las personas inteligentes:
El primer factor es la ineptitud de las condiciones edafoclimaticas del país, para el cultivo del maíz, únicamente el 5% del territorio nacional, o tal vez menos, es apto para sembrar maíz. Todo el demás territorio debería ser explotado únicamente en sistemas agroforestales y/o silvopastoriles.
El segundo factor es la deficiente capacidad técnica de los campesinos abandonados para cultivar, procesar y almacenar el maíz, el cual, debido a las malas prácticas de cultivo y de poscosecha, se convierte en un grano letal para los consumidores.
El tercer factor es la inexistente frontera nacional, en la que diariamente ingresan al país miles de quintales de maíz producidos en México bajo esquemas de altos subsidios gubernamentales, generalmente por personas inescrupulosas cuyo negocio no es necesariamente el contrabando y la venta del maíz, sino que solo lo mueven para poder disfrazar su verdadero negocio. Y siendo que el maíz no es de su interés, lo venden a precios irrisorios, con los que no puede competir ningún productor nacional.
El cuarto factor es la perdida generada por la siembra de maíz al pequeño campesino: la inversión en efectivo, por manzana supera los Q 4,000.00, para lo que deberían de contar con un rendimiento promedio de 100 quintales por manzana para poder compensar la inversión de efectivo y el pago de sus jornales de trabajo en el campo. Para que usted tenga idea, un productor tradicional de las verapaces, cosecha entre 15 y 20 quintales por manzana. En la región del altiplano occidental se cosechan entre 20 y 30 quintales, y en el corredor seco, si usted tuvo la suerte de contar con lluvias, cosechara de 10 a 15 quintales en la misma unidad de área. Solamente existen algunos valles en la región centro oriente y en la costa sur, en las que se pueden cosechar de 100 a 120 quintales por manzana, y con esto el pequeño productor solo obtiene la inversión de regreso y el pago por su tiempo.
El caso del cardamomo en la región norte debería ser objeto de estudio de los tanques de pensamiento socioeconómico del país, ya que este es un cultivo de alto valor, que en una manzana de cultivo puede quintuplicar los ingresos generados por la misma área de maíz, sin deforestar la región y sin convertirse en un monocultivo, contribuyendo a mantener los niveles de captación de agua para alimentar a los sistemas de generación eléctrica renovable, y bajo un dosel arbóreo de dos o tres niveles, fijar grandes cantidades de carbono, conservando la biodiversidad en la región. Bajo un sistema de agroforestería el cardamomo y otras especias de alto valor pueden convertirse en cultivos altamente rentables, que generen ingresos a la familia suficientes para vivir una vida digna.
¿Pero, que hacemos si el pequeño productor quiere seguir sembrando maíz? Pues no hay otra opción que educarlo y enseñarle a ganar dinero con otros cultivos y otras actividades, pero allá en su comunidad, no en hoteles, ni en grandes reuniones a nivel nacional, mucho menos con pseudo técnicos de campo contratados por recomendación de los “honorables” diputados. No esto debe hacerse desde el sector privado, con un interés de mercado, promoviendo un crecimiento sostenible e inclusivo.
Ahora, quiero dejarlo con varias inquietudes para usted querido lector, tal vez entre convivio y convivio puede meditar en lo siguiente: ¿Que se imagina que hacen las organizaciones que defienden el Maíz, y los derechos ancestrales, y toda esa jerga populista, con los millones de euros que la cooperación internacional les regala cada año? ¿Los intereses de quien representan los así llamados representantes de los pequeños campesinos, o a quien representan? ¿Será que en las instituciones gubernamentales no existen profesionales con dos dedos de frente para poder tomar en cuenta los 4 factores que mencione en este artículo, o simplemente no les importa?
Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo
Desde hace varias semanas he estado pensando en el problema del maíz para Guatemala, y los miserables resultados que los pobres campesinos de la mayoría de regiones del país obtienen del cultivo de este grano sagrado para nuestros antepasados.
Además de la pérdida económica que genera para el pobre campesino, el maíz es el origen de los problemas de la desnutrición crónica, muertes materno infantiles, deformidades y otra serie de desgracias producidas por los microorganismos que contaminan el maíz producido en nuestras áreas rurales.
El maíz es una de las principales razones de la desgracia en la que viven nuestros pueblos indígenas. Dedican hasta 10 meses del año en cuidar un cultivo que al final no renta, ni siquiera para el pago del fertilizante que se le aplico, mucho menos el pago de los días de trabajo invertidos inútilmente en el cuidado del mismo.
Y todo lo que estoy aseverando es consecuencia de una serie de factores irrefutables, técnicamente probados y correctos desde todo punto de vista para las personas inteligentes:
El primer factor es la ineptitud de las condiciones edafoclimaticas del país, para el cultivo del maíz, únicamente el 5% del territorio nacional, o tal vez menos, es apto para sembrar maíz. Todo el demás territorio debería ser explotado únicamente en sistemas agroforestales y/o silvopastoriles.
El segundo factor es la deficiente capacidad técnica de los campesinos abandonados para cultivar, procesar y almacenar el maíz, el cual, debido a las malas prácticas de cultivo y de poscosecha, se convierte en un grano letal para los consumidores.
El tercer factor es la inexistente frontera nacional, en la que diariamente ingresan al país miles de quintales de maíz producidos en México bajo esquemas de altos subsidios gubernamentales, generalmente por personas inescrupulosas cuyo negocio no es necesariamente el contrabando y la venta del maíz, sino que solo lo mueven para poder disfrazar su verdadero negocio. Y siendo que el maíz no es de su interés, lo venden a precios irrisorios, con los que no puede competir ningún productor nacional.
El cuarto factor es la perdida generada por la siembra de maíz al pequeño campesino: la inversión en efectivo, por manzana supera los Q 4,000.00, para lo que deberían de contar con un rendimiento promedio de 100 quintales por manzana para poder compensar la inversión de efectivo y el pago de sus jornales de trabajo en el campo. Para que usted tenga idea, un productor tradicional de las verapaces, cosecha entre 15 y 20 quintales por manzana. En la región del altiplano occidental se cosechan entre 20 y 30 quintales, y en el corredor seco, si usted tuvo la suerte de contar con lluvias, cosechara de 10 a 15 quintales en la misma unidad de área. Solamente existen algunos valles en la región centro oriente y en la costa sur, en las que se pueden cosechar de 100 a 120 quintales por manzana, y con esto el pequeño productor solo obtiene la inversión de regreso y el pago por su tiempo.
El caso del cardamomo en la región norte debería ser objeto de estudio de los tanques de pensamiento socioeconómico del país, ya que este es un cultivo de alto valor, que en una manzana de cultivo puede quintuplicar los ingresos generados por la misma área de maíz, sin deforestar la región y sin convertirse en un monocultivo, contribuyendo a mantener los niveles de captación de agua para alimentar a los sistemas de generación eléctrica renovable, y bajo un dosel arbóreo de dos o tres niveles, fijar grandes cantidades de carbono, conservando la biodiversidad en la región. Bajo un sistema de agroforestería el cardamomo y otras especias de alto valor pueden convertirse en cultivos altamente rentables, que generen ingresos a la familia suficientes para vivir una vida digna.
¿Pero, que hacemos si el pequeño productor quiere seguir sembrando maíz? Pues no hay otra opción que educarlo y enseñarle a ganar dinero con otros cultivos y otras actividades, pero allá en su comunidad, no en hoteles, ni en grandes reuniones a nivel nacional, mucho menos con pseudo técnicos de campo contratados por recomendación de los “honorables” diputados. No esto debe hacerse desde el sector privado, con un interés de mercado, promoviendo un crecimiento sostenible e inclusivo.
Ahora, quiero dejarlo con varias inquietudes para usted querido lector, tal vez entre convivio y convivio puede meditar en lo siguiente: ¿Que se imagina que hacen las organizaciones que defienden el Maíz, y los derechos ancestrales, y toda esa jerga populista, con los millones de euros que la cooperación internacional les regala cada año? ¿Los intereses de quien representan los así llamados representantes de los pequeños campesinos, o a quien representan? ¿Será que en las instituciones gubernamentales no existen profesionales con dos dedos de frente para poder tomar en cuenta los 4 factores que mencione en este artículo, o simplemente no les importa?
Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: