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27 años desde la caída de Muro de Berlín

Ramon Parellada
10 de noviembre, 2016

Hace siete años tuve la oportunidad de pasear por las calles de Berlín días antes de la celebración de 20 años después de la caída del “muro de la vergüenza”, 9 de noviembre.  Ahora celebramos 27 años de su caída justo un día después que los americanos eligieron a un presidente cuyo caballito de batalla era el crear un muro entre Estados Unidos y México para frenar la migración entre ambos.  Parece mentira.

Recuerdo que la caída del muro de Berlín la vi en vivo por televisión y fue uno de los eventos que más me han impresionado en mi vida.   No era para menos, el muro representaba lo peor que hay dentro del ser humano: la intolerancia en todo sentido; el irrespeto a la vida, a la propiedad y la libertad; la destrucción de las familias; el rechazo al derecho de cada quien a seguir su propia vida, a tener su propia religión y el continuo acoso a las diferentes iglesias; la censura continua a todo nivel; el engaño y la mentira a favor de los gobernantes;  la explotación por unos pocos dirigentes políticos hacia el resto de la población; el sometimiento del ser humano al control del estado; la utopía de querer cambiar la forma natural de las personas por una ideal que uno pocos iluminados consideraban mejor para sus propios fines; la arrogancia de aquellos dirigentes estatales que se consideraban “superiores y omnipotentes” y que sometían a la más cruel esclavitud al resto de ciudadanos y el uso de la fuerza contra cualquiera que se revelara contra la imposición del régimen dictatorial y comunista.

Veinte y siete años después de la caída del “muro de la ignominia”, Berlín y el mundo entero están de fiesta.  Recordaremos el 9 de noviembre de 1,989 como el año en que terminó la guerra fría, el capitalismo venció al comunismo por su mayor eficiencia económica pero principalmente por su superioridad moral basada en la libertad de las personas.  La libertad recobró su lugar ganándole nuevamente a la esclavitud.

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Pero también recordaremos este aniversario como una alerta porque la libertad es frágil y ahora está siendo sometida a nuevos peligros en Estados Unidos.  Si algo me consuela es el sistema de pesos y contrapesos que pueden frenar un poco las ideas paranoicas del nuevo presidente Trump como lo es la construcción de un enorme muro entre Estados Unidos y México.  Su idea es que no entren inmigrantes.  La idea del muro de Berlín es que no salieran personas de Alemania del Este.  Sea como sea, ni pueden salir ni entrar.   Es un atentado a la libertad y los derechos más fundamentales del ser humano a la vida, la propiedad y la libertad.

Y que de Latinoamérica.  Llevamos años y años frenando el desarrollo económico porque nos encanta crear muros que nos impiden mejorar nuestro nivel de vida.  Estos muros son un monumento a la ignorancia económica y al conformismo.  No entendemos o no queremos entender ciertos principios económicos fundamentales que permitirán destruir esos muros.  Estos principios son: 

Ventajas Comparativas: La división del trabajo y especialización con el consecuente intercambio en forma libre y voluntario enriquece a todo el mundo pero no lo entendemos.  Es un juego de suma positiva y no de suma cero.  Mientras más aprovechemos estas ventajas comparativas y nos especialicemos en lo que somos mejores para luego intercambiarlo mejor nos irá.  Pero no, no entendemos y seguimos levantando muros al comercio exterior para proteger a unos pocos a costas de la mayoría.  Estos muros son las barreras arancelarias y no arancelarias que erigimos para proteger alguna industria o algún puesto de trabajo.  Es un engaño porque nos empobrece.

Capital e interés: no entendemos que el capital fluye como el agua, busca su nivel donde hay menos riesgo y más rentabilidad.  Y no entendemos la función tan importante que tiene el interés.  El interés es un fenómeno temporal y subjetivo que depende de la preferencia temporal del ser humano (le damos más valor a un bien hoy que ese mismo bien en el futuro).           Dicho de otra manera,  interés es una característica universal en el que se le otorga dos valores a un mismo bien según el momento en que se valore.  Preferimos cien dólares hoy que los mismos cien dólares dentro de un año. A esa diferencia de valoración en el tiempo le llamamos interés originario o natural.  Cuando la gente no ahorra es porque prefiere consumir bienes presentes, bienes hoy y no mañana.  Están dando una señal al mercado que la transforma en una alta tasa de interés y el empresario la entiende dejando de invertir en bienes de producción de largo plazo.  Al contrario, cuando la gente se abstiene de consumir está ahorrando bastante y la tasa de interés baja.  Es la señal que los empresarios esperaban para invertir en proyectos de largo plazo.  Pero no entendemos y los gobiernos y economistas insisten en manipula artificialmente la tasa de interés bajándola cuando está alta para estimular la economía.  Pero al no haber ahorros reales suficientes los proyectos que se invirtieron con la tasa falsificada dejan de ser rentables cuando los precios de los factores de producción y otros insumos se ajustan a la realidad.   Las empresas quiebran.  Hemos creado otro ciclo económico desastroso con su auge y su caída.  Pero echamos las culpas a los bancos y a otros.

Precios libres: No entendemos la importante función de los precios libres y cuando la entendemos no creemos que funcionen para todo.  Por ello creamos precios topes por un lado y precios subsidiados por otros.  Topes Máximos cuando no queremos que se incremente el precio de un bien causando luego una enorme escasez de ese bien ya que si el precio tope está por debajo del precio de mercado la consecuencia es una escasez automática.  Topes Mínimos cuando no queremos que el precio sea menor al fijado por el gobierno como el caso de los salarios mínimos.  Cuando el salario mínimo es más alto que el salario de mercado ocurre desempleo y economía informal.  Y precios subsidiados ocurren por puro populismo pero no son sostenibles en el largo plazo como lo es en algunos países ciertas tarifas eléctricas sociales o bien transporte colectivo urbano o educación estatal.  Incluso en algunos países se considera que debe ser gratuita la educación.  Las consecuencias son desastrosas en calidad y escasez.  Pero además somos culpables porque no creemos que los precios libres funcionen para todo como en el caso de las medicinas.  Al precio de mercado no hay producto sin venderse.  Al precio de mercado todo producto tiene dueño.  El 100% del producto está en manos de alguien que lo quiere.  No sobra ni falta.  Y es a este precio donde el que lo quiere lo consigue.  ¿Por qué seguimos creando estos muros o por qué callamos cuando hay que denunciarlo?

Si entendemos bien estos tres principios fundamentales económicos y atacamos la ignorancia económica que prevalece en Latinoamérica podremos derribar los muros que han hecho de estos países economías estancadas o con crecimientos mediocres, llenos de regulaciones, déficit presupuestario, endeudamiento, precios altos, corrupción e impunidad.  Cada vez que ignoramos estos principios económicos fundamentales estamos erigiendo muros contra el crecimiento económico y la mejora del nivel de vida de nuestros habitantes. 

 

27 años desde la caída de Muro de Berlín

Ramon Parellada
10 de noviembre, 2016

Hace siete años tuve la oportunidad de pasear por las calles de Berlín días antes de la celebración de 20 años después de la caída del “muro de la vergüenza”, 9 de noviembre.  Ahora celebramos 27 años de su caída justo un día después que los americanos eligieron a un presidente cuyo caballito de batalla era el crear un muro entre Estados Unidos y México para frenar la migración entre ambos.  Parece mentira.

Recuerdo que la caída del muro de Berlín la vi en vivo por televisión y fue uno de los eventos que más me han impresionado en mi vida.   No era para menos, el muro representaba lo peor que hay dentro del ser humano: la intolerancia en todo sentido; el irrespeto a la vida, a la propiedad y la libertad; la destrucción de las familias; el rechazo al derecho de cada quien a seguir su propia vida, a tener su propia religión y el continuo acoso a las diferentes iglesias; la censura continua a todo nivel; el engaño y la mentira a favor de los gobernantes;  la explotación por unos pocos dirigentes políticos hacia el resto de la población; el sometimiento del ser humano al control del estado; la utopía de querer cambiar la forma natural de las personas por una ideal que uno pocos iluminados consideraban mejor para sus propios fines; la arrogancia de aquellos dirigentes estatales que se consideraban “superiores y omnipotentes” y que sometían a la más cruel esclavitud al resto de ciudadanos y el uso de la fuerza contra cualquiera que se revelara contra la imposición del régimen dictatorial y comunista.

Veinte y siete años después de la caída del “muro de la ignominia”, Berlín y el mundo entero están de fiesta.  Recordaremos el 9 de noviembre de 1,989 como el año en que terminó la guerra fría, el capitalismo venció al comunismo por su mayor eficiencia económica pero principalmente por su superioridad moral basada en la libertad de las personas.  La libertad recobró su lugar ganándole nuevamente a la esclavitud.

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Y que de Latinoamérica.  Llevamos años y años frenando el desarrollo económico porque nos encanta crear muros que nos impiden mejorar nuestro nivel de vida.  Estos muros son un monumento a la ignorancia económica y al conformismo.  No entendemos o no queremos entender ciertos principios económicos fundamentales que permitirán destruir esos muros.  Estos principios son: 

Ventajas Comparativas: La división del trabajo y especialización con el consecuente intercambio en forma libre y voluntario enriquece a todo el mundo pero no lo entendemos.  Es un juego de suma positiva y no de suma cero.  Mientras más aprovechemos estas ventajas comparativas y nos especialicemos en lo que somos mejores para luego intercambiarlo mejor nos irá.  Pero no, no entendemos y seguimos levantando muros al comercio exterior para proteger a unos pocos a costas de la mayoría.  Estos muros son las barreras arancelarias y no arancelarias que erigimos para proteger alguna industria o algún puesto de trabajo.  Es un engaño porque nos empobrece.

Capital e interés: no entendemos que el capital fluye como el agua, busca su nivel donde hay menos riesgo y más rentabilidad.  Y no entendemos la función tan importante que tiene el interés.  El interés es un fenómeno temporal y subjetivo que depende de la preferencia temporal del ser humano (le damos más valor a un bien hoy que ese mismo bien en el futuro).           Dicho de otra manera,  interés es una característica universal en el que se le otorga dos valores a un mismo bien según el momento en que se valore.  Preferimos cien dólares hoy que los mismos cien dólares dentro de un año. A esa diferencia de valoración en el tiempo le llamamos interés originario o natural.  Cuando la gente no ahorra es porque prefiere consumir bienes presentes, bienes hoy y no mañana.  Están dando una señal al mercado que la transforma en una alta tasa de interés y el empresario la entiende dejando de invertir en bienes de producción de largo plazo.  Al contrario, cuando la gente se abstiene de consumir está ahorrando bastante y la tasa de interés baja.  Es la señal que los empresarios esperaban para invertir en proyectos de largo plazo.  Pero no entendemos y los gobiernos y economistas insisten en manipula artificialmente la tasa de interés bajándola cuando está alta para estimular la economía.  Pero al no haber ahorros reales suficientes los proyectos que se invirtieron con la tasa falsificada dejan de ser rentables cuando los precios de los factores de producción y otros insumos se ajustan a la realidad.   Las empresas quiebran.  Hemos creado otro ciclo económico desastroso con su auge y su caída.  Pero echamos las culpas a los bancos y a otros.

Precios libres: No entendemos la importante función de los precios libres y cuando la entendemos no creemos que funcionen para todo.  Por ello creamos precios topes por un lado y precios subsidiados por otros.  Topes Máximos cuando no queremos que se incremente el precio de un bien causando luego una enorme escasez de ese bien ya que si el precio tope está por debajo del precio de mercado la consecuencia es una escasez automática.  Topes Mínimos cuando no queremos que el precio sea menor al fijado por el gobierno como el caso de los salarios mínimos.  Cuando el salario mínimo es más alto que el salario de mercado ocurre desempleo y economía informal.  Y precios subsidiados ocurren por puro populismo pero no son sostenibles en el largo plazo como lo es en algunos países ciertas tarifas eléctricas sociales o bien transporte colectivo urbano o educación estatal.  Incluso en algunos países se considera que debe ser gratuita la educación.  Las consecuencias son desastrosas en calidad y escasez.  Pero además somos culpables porque no creemos que los precios libres funcionen para todo como en el caso de las medicinas.  Al precio de mercado no hay producto sin venderse.  Al precio de mercado todo producto tiene dueño.  El 100% del producto está en manos de alguien que lo quiere.  No sobra ni falta.  Y es a este precio donde el que lo quiere lo consigue.  ¿Por qué seguimos creando estos muros o por qué callamos cuando hay que denunciarlo?

Si entendemos bien estos tres principios fundamentales económicos y atacamos la ignorancia económica que prevalece en Latinoamérica podremos derribar los muros que han hecho de estos países economías estancadas o con crecimientos mediocres, llenos de regulaciones, déficit presupuestario, endeudamiento, precios altos, corrupción e impunidad.  Cada vez que ignoramos estos principios económicos fundamentales estamos erigiendo muros contra el crecimiento económico y la mejora del nivel de vida de nuestros habitantes. 

 

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