Hoy el grupo de diputados del Partido Patriota y LIDER nos ayudan una vez más a conocerlos tal y cual son, unos bellacos. La palabra bellaco significa ser perverso, malvado, vil, bribón, malo, canalla, depravado, maligno, rufián, desleal, despreciable, y por último, traidor. Son hábiles y burdos, pícaros y sagaces, cobardes y temerarios, típica descripción que hacen los antropólogos a personas de quinta categoría en la sociedad. Son despreciables y el desecho de la clase política.
Sobre los acuerdos que hacen entre sí, supondrán que su especie de bellacos sobrevivirá este proceso de extinción que acecha su especie. Algunos, también diputados, les llaman políticos con miopía y yo les llamo bellacos y cínicos.
Gracias, gracias, millón de gracias tenemos que darles por hacernos tan fácil el camino a las urnas el día de las elecciones. Serán las elecciones más fáciles y absolutamente abrumadoras, espero en Dios, mediante la cual exterminemos a estos bellacos diputados.
Como hay que ir a votar porque el dogma así lo manda, más no la lógica que debiese imperar, lo que tenemos que hacer todos los guatemaltecos es ejercer un voto libre de presiones, secreto y bien pensado. Todos hemos sido testigo de los excesos de estos políticos de turno, a todo nivel, ámbito del gobierno, y como dice la canción: “y que tal si salimos todos a robar, todos a robar, todos a robar”.
Pero esto puede acabar con nuestro voto el 6 de septiembre. No más de los mismos, no más de lo mismo. El status quo, el conformismo, el “para qué voto si nada cambia”, dejó de ser parte de la idiosincrasia guatemalteca, para convertirse en un voto poderoso y transformador.
No es suficiente cambiar a los políticos bellacos, porque lamentablemente esta es una especie aguantadora, como las cucarachas, que soportan bombas nucleares y radiación extrema. El código genético de la mayoría de los políticos ha sido alterado por el ADN del ladrón. Y como dicen por ahí coloquialmente, “entre bomberos no se machucan las mangueras”, poner nuevas caras en el Congreso no es suficiente para que el acicate funcione. Necesitamos mecanismos de control, de pesos y contra pesos que funcionen. Estos organismos de control deben ser independientes y requieren de herramientas en ley, que les permitan actuar y que hayan consecuencias reales, contundentes y correctivas.
Yo esperaba que muchos candidatos, al menos 2 de los top 3 en las encuestas, estuvieran supremamente activos con respecto a la transparencia. Los dos primeros evaden el tema por completo en sus propuestas y discursos, y el tercero, ni siquiera lo entiende. ¡Que bonito, diría mi abuela¡ Están hartos de la cantaleta de la ciudadanía por la transparencia y la lucha contra la corrupción. Todos ellos parecen sanguijuelas huyendo por las alcantarillas.
Espero que en Guatemala algún centro de pensamiento se atreva a hacer una investigación a fondo sobre el financiamiento del narcotráfico en las campañas políticas, para entender mejor la forma y fondo de esta nefasta realidad. Se trata de tomar lo que ya empezó la CICIG y llevarlo a un nivel de análisis más profundo y con evidencias. Esto apenas es la punta del iceberg. El fondo alcanzaría a un abanico de personajes y colores partidarios, políticos, empresarios, carteles del narcotráfico internacional, etc. He llegado a pensar que todos estos carteles de corrupción, lavado y narco-política, son todo parte de la nómina del bellaco internacional más poderoso y rico del mundo: el Chapo Guzman.
Hoy el grupo de diputados del Partido Patriota y LIDER nos ayudan una vez más a conocerlos tal y cual son, unos bellacos. La palabra bellaco significa ser perverso, malvado, vil, bribón, malo, canalla, depravado, maligno, rufián, desleal, despreciable, y por último, traidor. Son hábiles y burdos, pícaros y sagaces, cobardes y temerarios, típica descripción que hacen los antropólogos a personas de quinta categoría en la sociedad. Son despreciables y el desecho de la clase política.
Sobre los acuerdos que hacen entre sí, supondrán que su especie de bellacos sobrevivirá este proceso de extinción que acecha su especie. Algunos, también diputados, les llaman políticos con miopía y yo les llamo bellacos y cínicos.
Gracias, gracias, millón de gracias tenemos que darles por hacernos tan fácil el camino a las urnas el día de las elecciones. Serán las elecciones más fáciles y absolutamente abrumadoras, espero en Dios, mediante la cual exterminemos a estos bellacos diputados.
Como hay que ir a votar porque el dogma así lo manda, más no la lógica que debiese imperar, lo que tenemos que hacer todos los guatemaltecos es ejercer un voto libre de presiones, secreto y bien pensado. Todos hemos sido testigo de los excesos de estos políticos de turno, a todo nivel, ámbito del gobierno, y como dice la canción: “y que tal si salimos todos a robar, todos a robar, todos a robar”.
Pero esto puede acabar con nuestro voto el 6 de septiembre. No más de los mismos, no más de lo mismo. El status quo, el conformismo, el “para qué voto si nada cambia”, dejó de ser parte de la idiosincrasia guatemalteca, para convertirse en un voto poderoso y transformador.
No es suficiente cambiar a los políticos bellacos, porque lamentablemente esta es una especie aguantadora, como las cucarachas, que soportan bombas nucleares y radiación extrema. El código genético de la mayoría de los políticos ha sido alterado por el ADN del ladrón. Y como dicen por ahí coloquialmente, “entre bomberos no se machucan las mangueras”, poner nuevas caras en el Congreso no es suficiente para que el acicate funcione. Necesitamos mecanismos de control, de pesos y contra pesos que funcionen. Estos organismos de control deben ser independientes y requieren de herramientas en ley, que les permitan actuar y que hayan consecuencias reales, contundentes y correctivas.
Yo esperaba que muchos candidatos, al menos 2 de los top 3 en las encuestas, estuvieran supremamente activos con respecto a la transparencia. Los dos primeros evaden el tema por completo en sus propuestas y discursos, y el tercero, ni siquiera lo entiende. ¡Que bonito, diría mi abuela¡ Están hartos de la cantaleta de la ciudadanía por la transparencia y la lucha contra la corrupción. Todos ellos parecen sanguijuelas huyendo por las alcantarillas.
Espero que en Guatemala algún centro de pensamiento se atreva a hacer una investigación a fondo sobre el financiamiento del narcotráfico en las campañas políticas, para entender mejor la forma y fondo de esta nefasta realidad. Se trata de tomar lo que ya empezó la CICIG y llevarlo a un nivel de análisis más profundo y con evidencias. Esto apenas es la punta del iceberg. El fondo alcanzaría a un abanico de personajes y colores partidarios, políticos, empresarios, carteles del narcotráfico internacional, etc. He llegado a pensar que todos estos carteles de corrupción, lavado y narco-política, son todo parte de la nómina del bellaco internacional más poderoso y rico del mundo: el Chapo Guzman.