La corrupción que vivimos en Guatemala es la que se han tenido también en otros países. La diferencia es que en Guatemala la impunidad ha permitido que ésta se generalice y pudra todas o casi todas las instituciones del gobierno. No importa si hay gente buena o mala. Al final, en arcas abiertas hasta el justo peca. El problema está en que hasta ahora no había consecuencias para los corruptos. Esto está cambiando.
Ahora bien, la corrupción va de la mano también con el poder que se le otorga a los gobernantes y funcionarios. Mientras más poderes dispongan, más discrecionabilidad tendrán para cometer abusos y más influencia para favorecer su propio bolsillo y el de sus cómplices. Es por ello que una de las formas más eficientes de frenar la corrupción es limitando el poder del gobernante y de los funcionarios públicos.
Un gobierno grande que quiere abarcar todo tiende a ser más corrupto que uno que se dedique a su función básica más elemental que es la de garantizar a sus ciudadanos la vida, la propiedad y la libertad a través de la construcción de un Estado de Derecho fuerte donde la Seguridad y la Justicia sean la prioridad.
La corrupción no se combate con más leyes y regulaciones ni con más instituciones. Al contrario, mientras más pequeño sea el gobierno y más claras y sencillas, generales y abstractas sean las leyes menos corrupción tendrá un país. Muchas cosas que hoy realiza el gobierno las hace mejor el sector privado. Para ello no es necesario recaudar impuestos ni tener oficinas burocráticas que calculen como gastarlo. Esto de por si significa menos corrupción y más eficiencia en la economía del país.
La transparencia es importantísima para que sirva de freno o disuasivo a la corrupción. Nadie se atreverá a cometer actos corruptos si sabe que lo que hace está a la vista de todos.
Un buen sistema de justicia es clave también para acabar con la impunidad y la corrupción. El que atrapen a una persona en un acto de corrupción y que no tenga consecuencias es nefasto para un país porque eso invita a más gente a cometer actos de corrupción. Pero si se atrapa a alguien involucrado en un acto de corrupción y es llevado por la justicia hasta las últimas consecuencias a modo que sea condenado públicamente y tenga obligación de resarcir el daño causado entonces este acto servirá de disuasivo para muchos que están tentados o pensando en cometer actos de corrupción.
No debería importarnos que persona llega al poder si estos ese poder está limitado, si el sistema de justicia funciona bien y si el tamaño de las cosas en las que tenga injerencia y pueda hacer el gobernante o sus funcionarios es cada vez menor.
Si a un político se le pregunta cómo acabar con la corrupción y responde con más regulaciones y controles entonces tengamos la seguridad que la corrupción seguirá campeante en el país ya que es esto precisamente lo que se ha estado haciendo en el país durante las últimas tres décadas. Ye l resultado es una mayor impunidad y más corrupción.
Dentro de tres semanas tendremos elecciones para presidente, alcaldes y diputados en Guatemala. Fijémonos cómo responden a estas preguntas. Ya sabemos que si contestan de esta forma la corrupción seguirá. Y un candidato así no conviene al país por ningún motivo. No se deje sorprender. Las justificaciones para más programas son muchas pero también son las mismas que provocarán más corrupción.
La corrupción que vivimos en Guatemala es la que se han tenido también en otros países. La diferencia es que en Guatemala la impunidad ha permitido que ésta se generalice y pudra todas o casi todas las instituciones del gobierno. No importa si hay gente buena o mala. Al final, en arcas abiertas hasta el justo peca. El problema está en que hasta ahora no había consecuencias para los corruptos. Esto está cambiando.
Ahora bien, la corrupción va de la mano también con el poder que se le otorga a los gobernantes y funcionarios. Mientras más poderes dispongan, más discrecionabilidad tendrán para cometer abusos y más influencia para favorecer su propio bolsillo y el de sus cómplices. Es por ello que una de las formas más eficientes de frenar la corrupción es limitando el poder del gobernante y de los funcionarios públicos.
Un gobierno grande que quiere abarcar todo tiende a ser más corrupto que uno que se dedique a su función básica más elemental que es la de garantizar a sus ciudadanos la vida, la propiedad y la libertad a través de la construcción de un Estado de Derecho fuerte donde la Seguridad y la Justicia sean la prioridad.
La corrupción no se combate con más leyes y regulaciones ni con más instituciones. Al contrario, mientras más pequeño sea el gobierno y más claras y sencillas, generales y abstractas sean las leyes menos corrupción tendrá un país. Muchas cosas que hoy realiza el gobierno las hace mejor el sector privado. Para ello no es necesario recaudar impuestos ni tener oficinas burocráticas que calculen como gastarlo. Esto de por si significa menos corrupción y más eficiencia en la economía del país.
La transparencia es importantísima para que sirva de freno o disuasivo a la corrupción. Nadie se atreverá a cometer actos corruptos si sabe que lo que hace está a la vista de todos.
Un buen sistema de justicia es clave también para acabar con la impunidad y la corrupción. El que atrapen a una persona en un acto de corrupción y que no tenga consecuencias es nefasto para un país porque eso invita a más gente a cometer actos de corrupción. Pero si se atrapa a alguien involucrado en un acto de corrupción y es llevado por la justicia hasta las últimas consecuencias a modo que sea condenado públicamente y tenga obligación de resarcir el daño causado entonces este acto servirá de disuasivo para muchos que están tentados o pensando en cometer actos de corrupción.
No debería importarnos que persona llega al poder si estos ese poder está limitado, si el sistema de justicia funciona bien y si el tamaño de las cosas en las que tenga injerencia y pueda hacer el gobernante o sus funcionarios es cada vez menor.
Si a un político se le pregunta cómo acabar con la corrupción y responde con más regulaciones y controles entonces tengamos la seguridad que la corrupción seguirá campeante en el país ya que es esto precisamente lo que se ha estado haciendo en el país durante las últimas tres décadas. Ye l resultado es una mayor impunidad y más corrupción.
Dentro de tres semanas tendremos elecciones para presidente, alcaldes y diputados en Guatemala. Fijémonos cómo responden a estas preguntas. Ya sabemos que si contestan de esta forma la corrupción seguirá. Y un candidato así no conviene al país por ningún motivo. No se deje sorprender. Las justificaciones para más programas son muchas pero también son las mismas que provocarán más corrupción.