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“Laudato Si ¿Habrá Diálogo?”

Ramon Parellada
31 de julio, 2015

El papa Francisco ha publicado una encíclica titulada “Laudato Si” que en sus propias palabras es sobre el cuidado de la casa común. Es una exhortación a cada persona que habita en el planeta a dialogar sobre el deterioro ambiental.

 

         Esto estaría muy bien cuando se escuchan y toman en serio todas las partes para un diálogo basado no sólo en sentimientos o intuiciones sino en evidencias. Lamentablemente el Papa ha tomado ya un lado del diálogo, el lado más fatalista y catastrófico que existe hoy en día sobre el planeta tierra, un lado en el que ya válido aceptar cualquier postura que niegue el problema, que actué con indiferencia, que se resigne cómodamente o aquellas de los que tienen una conciencia ciega en las soluciones técnicas, incluyendo aquí el libre mercado.

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         Precisamente son estos grupos los que han estado buscando evidencias contra el fatalismo y con los que hay que dialogar. Si no, ¿para qué y con quién se hará el diálogo? ¿Con un hombre de paja que o existe y no puede responder y cuestionar?

 

         La encíclica, por ser el papa una figura muy influyente en el mundo actual, tendrá un efecto negativo sobre los pobres. Y es que el papa considera que es el consumo exagerado e inmoral, el individualismo, las ganancias o intereses de las empresas y el mercado quienes están causando la destrucción del planeta.

 

         Sus primer error es haber aceptado como verdadero lo que los ecologistas radicales y extremistas afirman sobre el planeta. No utiliza evidencia. Tampoco la utilizan estos ambientalistas radicales. Incluso políticos y científicos pagados por los organismos internacionales y sus gobiernos ignoran a quienes tienen evidencias que no cuadran con sus datos. Estas evidencias no niegan el calentamiento del planeta sino que afirman que la realidad ha sido mucho menor que la pronosticada, apenas 0.77 grados C de 1880 a la fecha. Y justamente cuando más se afirmaba que se calentaría el planeta el resultado es que no ha sido así ya que desde 1,998 a la fecha no hay evidencia científica significativa de calentamiento en la temperatura media.

 

         Existen muchas críticas a quienes afirman que esto es una olla de presión y hay que disminuir el desarrollo económico. Ignora, como lo hace el Papa, que hay una correlación positiva entre pobreza y deterioro del medio ambiente. La solución entonces pasa por mejorar más rápidamente el nivel de vida de los pobres y esto sólo se puede hacer en un sistema con un verdadero Estado de Derecho, con propiedad privada bien defendida y protegida, con libertad de precios que asignen económicamente los escasos recursos y que se deje funcionar al mercado sin intervención alguna. Lo contrario es lo que sugiere el Papa.

 

         Los países más desarrollados son los que año con año van mejorando su medio ambiente medido con datos objetivos y no con alarmismos catastróficos. Estos países han basado su desarrollo gracias a un sistema de propiedad privada bien definido y protegido.   No es exactamente la postura del papa ni la de sus terribles asesores.

 

         En cuanto al consumo, resulta que el ser humano es consumidor. De acuerdo a su escala de valores y su presupuesto va consumiendo lo que necesita, lo que quiere y puede comprar. Pero también el ser humano es producto por excelencia y se pone el sombrero de empresario, trabajador y proveedor del capital para que cooperando en forma bien alineada puedan formar las empresas que luego proveen a los demás de esos productos que desean como consumidores adquirir. Durante ese proceso los precios en una verdadera y libre competencia tienen la función de racionar los escasos productos, de evitar despilfarros y de satisfacer de la forma más económica al consumidor. Sólo así se ahorran los escasos recursos.

 

“Laudato Si ¿Habrá Diálogo?”

Ramon Parellada
31 de julio, 2015

El papa Francisco ha publicado una encíclica titulada “Laudato Si” que en sus propias palabras es sobre el cuidado de la casa común. Es una exhortación a cada persona que habita en el planeta a dialogar sobre el deterioro ambiental.

 

         Esto estaría muy bien cuando se escuchan y toman en serio todas las partes para un diálogo basado no sólo en sentimientos o intuiciones sino en evidencias. Lamentablemente el Papa ha tomado ya un lado del diálogo, el lado más fatalista y catastrófico que existe hoy en día sobre el planeta tierra, un lado en el que ya válido aceptar cualquier postura que niegue el problema, que actué con indiferencia, que se resigne cómodamente o aquellas de los que tienen una conciencia ciega en las soluciones técnicas, incluyendo aquí el libre mercado.

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         Precisamente son estos grupos los que han estado buscando evidencias contra el fatalismo y con los que hay que dialogar. Si no, ¿para qué y con quién se hará el diálogo? ¿Con un hombre de paja que o existe y no puede responder y cuestionar?

 

         La encíclica, por ser el papa una figura muy influyente en el mundo actual, tendrá un efecto negativo sobre los pobres. Y es que el papa considera que es el consumo exagerado e inmoral, el individualismo, las ganancias o intereses de las empresas y el mercado quienes están causando la destrucción del planeta.

 

         Sus primer error es haber aceptado como verdadero lo que los ecologistas radicales y extremistas afirman sobre el planeta. No utiliza evidencia. Tampoco la utilizan estos ambientalistas radicales. Incluso políticos y científicos pagados por los organismos internacionales y sus gobiernos ignoran a quienes tienen evidencias que no cuadran con sus datos. Estas evidencias no niegan el calentamiento del planeta sino que afirman que la realidad ha sido mucho menor que la pronosticada, apenas 0.77 grados C de 1880 a la fecha. Y justamente cuando más se afirmaba que se calentaría el planeta el resultado es que no ha sido así ya que desde 1,998 a la fecha no hay evidencia científica significativa de calentamiento en la temperatura media.

 

         Existen muchas críticas a quienes afirman que esto es una olla de presión y hay que disminuir el desarrollo económico. Ignora, como lo hace el Papa, que hay una correlación positiva entre pobreza y deterioro del medio ambiente. La solución entonces pasa por mejorar más rápidamente el nivel de vida de los pobres y esto sólo se puede hacer en un sistema con un verdadero Estado de Derecho, con propiedad privada bien defendida y protegida, con libertad de precios que asignen económicamente los escasos recursos y que se deje funcionar al mercado sin intervención alguna. Lo contrario es lo que sugiere el Papa.

 

         Los países más desarrollados son los que año con año van mejorando su medio ambiente medido con datos objetivos y no con alarmismos catastróficos. Estos países han basado su desarrollo gracias a un sistema de propiedad privada bien definido y protegido.   No es exactamente la postura del papa ni la de sus terribles asesores.

 

         En cuanto al consumo, resulta que el ser humano es consumidor. De acuerdo a su escala de valores y su presupuesto va consumiendo lo que necesita, lo que quiere y puede comprar. Pero también el ser humano es producto por excelencia y se pone el sombrero de empresario, trabajador y proveedor del capital para que cooperando en forma bien alineada puedan formar las empresas que luego proveen a los demás de esos productos que desean como consumidores adquirir. Durante ese proceso los precios en una verdadera y libre competencia tienen la función de racionar los escasos productos, de evitar despilfarros y de satisfacer de la forma más económica al consumidor. Sólo así se ahorran los escasos recursos.

 

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