Distinguir entre el bien y el mal, entre lo corrupto y lo incorrupto, entre delito y falta se ha convertido en Guatemala un hilo demasiado fino para la mayoría de los guatemaltecos. Para algunos todas las calles y avenidas de Guatemala son iguales. No encuentran a nivel urbano una diferencia entre el transitar por la calzada Raúl Aguilar Batres, la Calzada a San Juan, La Calzada Roosevelt o la Avenida La Reforma.
Sin embargo todas ellas tienen una razón de ser. El periférico como usualmente lo conocemos su nombre es Boulevard universitario Adolfo Mijangos López y el puente que lo une entre la zona 7 y la zona 3 es el puente Martín Prado Veliz pero comúnmente conocido como puente el incienso.
Los valores que crearon la tacita de plata de la ciudad de Guatemala se pierden en esa migración interna de más de seiscientos guatemaltecos que diariamente ingresan a la ciudad y se incorporan a la economía informal y hacen que la ciudad crezca sin historia, sin cultura, acéfala destruyendo con su paso una serie de valores que se llevan tras de sí esas muestras de civismo y urbanidad que implica vivir una ciudad.
El clientelismo, el populismo, la corrupción son efectos de las desigualdades sociales de Guatemala que encuentran en la ciudad capital un asidero de sobrevivencia y no ese principio hedonista que durante siglos hizo de Guatemala una metrópoli de alta cultura en nada comparable con los chiqueros de ciudades como Nueva York y su oleada de inmigrantes.
Hay que recordarles a los americanos (gentilicio correcto del país de América) que para 1910 9 de cada 10 de sus habitantes era inmigrante y que durante el siglo XIX se favoreció con incentivos de todo tipo el ingreso de más de treinta y seis millones de europeos para construir el nuevo mundo.
Francia, su Universidad de París (Sorbona) y su ambiente cultural influyeron en tantos líderes guatemaltecos que intentaron crear de Guatemala un pueblo de alta cultura que fue destruida por las oleadas de intereses mezquinos de la gente sin educación del norte.
En 1992, poco antes de la independencia de los Estados Unidos sumidos en un mundo de salvajismo y barbarie que relata muy bien la cinta cinematográfica el Patriota, Guatemala construía el boulevard 30 de Junio conocido ahora como Avenida la Reforma, diseñado por Francisco Durini y que unía fincas como Tívoli, Santa Clara. Esta avenida cargada de cultura e historia llevó tres años en su construcción y el Señor Presidente José María Reyna Barrios a través de su decreto 499 bautizó con el nombre Boulevard 30 de junio.
Este bulevar que iniciaba en el puente la barranquilla y terminaba en el Palacio Reforma donde actualmente se encuentra el Obelisco. Este boulevard de 21 metros cerca del monumento al ferrocarril o del Ejército se extendía hasta treinta metros en las cercanías del antiguo hospital militar y 36 metros en el Palacio de la Reforma.
Fue diseñado con cuatro calles dos para el tránsito peatonal y 2 para carruajes. Simulaba los campos Elíseos de Paris cuyas estatuas fueron talladas en Italia. Entre sus monumentos destaca el monumento a los héroes de ejército. Guatemala siempre fue y ha sido un pueblo de alta cultura.
Distinguir entre el bien y el mal, entre lo corrupto y lo incorrupto, entre delito y falta se ha convertido en Guatemala un hilo demasiado fino para la mayoría de los guatemaltecos. Para algunos todas las calles y avenidas de Guatemala son iguales. No encuentran a nivel urbano una diferencia entre el transitar por la calzada Raúl Aguilar Batres, la Calzada a San Juan, La Calzada Roosevelt o la Avenida La Reforma.
Sin embargo todas ellas tienen una razón de ser. El periférico como usualmente lo conocemos su nombre es Boulevard universitario Adolfo Mijangos López y el puente que lo une entre la zona 7 y la zona 3 es el puente Martín Prado Veliz pero comúnmente conocido como puente el incienso.
Los valores que crearon la tacita de plata de la ciudad de Guatemala se pierden en esa migración interna de más de seiscientos guatemaltecos que diariamente ingresan a la ciudad y se incorporan a la economía informal y hacen que la ciudad crezca sin historia, sin cultura, acéfala destruyendo con su paso una serie de valores que se llevan tras de sí esas muestras de civismo y urbanidad que implica vivir una ciudad.
El clientelismo, el populismo, la corrupción son efectos de las desigualdades sociales de Guatemala que encuentran en la ciudad capital un asidero de sobrevivencia y no ese principio hedonista que durante siglos hizo de Guatemala una metrópoli de alta cultura en nada comparable con los chiqueros de ciudades como Nueva York y su oleada de inmigrantes.
Hay que recordarles a los americanos (gentilicio correcto del país de América) que para 1910 9 de cada 10 de sus habitantes era inmigrante y que durante el siglo XIX se favoreció con incentivos de todo tipo el ingreso de más de treinta y seis millones de europeos para construir el nuevo mundo.
Francia, su Universidad de París (Sorbona) y su ambiente cultural influyeron en tantos líderes guatemaltecos que intentaron crear de Guatemala un pueblo de alta cultura que fue destruida por las oleadas de intereses mezquinos de la gente sin educación del norte.
En 1992, poco antes de la independencia de los Estados Unidos sumidos en un mundo de salvajismo y barbarie que relata muy bien la cinta cinematográfica el Patriota, Guatemala construía el boulevard 30 de Junio conocido ahora como Avenida la Reforma, diseñado por Francisco Durini y que unía fincas como Tívoli, Santa Clara. Esta avenida cargada de cultura e historia llevó tres años en su construcción y el Señor Presidente José María Reyna Barrios a través de su decreto 499 bautizó con el nombre Boulevard 30 de junio.
Este bulevar que iniciaba en el puente la barranquilla y terminaba en el Palacio Reforma donde actualmente se encuentra el Obelisco. Este boulevard de 21 metros cerca del monumento al ferrocarril o del Ejército se extendía hasta treinta metros en las cercanías del antiguo hospital militar y 36 metros en el Palacio de la Reforma.
Fue diseñado con cuatro calles dos para el tránsito peatonal y 2 para carruajes. Simulaba los campos Elíseos de Paris cuyas estatuas fueron talladas en Italia. Entre sus monumentos destaca el monumento a los héroes de ejército. Guatemala siempre fue y ha sido un pueblo de alta cultura.