El fin de semana se publicó la noticia de que la Comisión de Finanzas y Moneda Pública del Congreso había sido renovada con diputados de bancadas minoritarias. Esta Comisión se encontraba copada por los diputados del Partido Patriota y sus aliados de Líder. Al renunciar algunos de estos diputados se abrió el espacio para que entraran nuevos integrantes de otros partidos.
La Comisión de Finanzas es la más deseada en cada inicio de año, ya que es ahí donde se discuten y dictaminan las iniciativas relacionadas con las finanzas públicas como los préstamos, las exoneraciones, los impuestos y el presupuesto nacional, entre otros.
Actualmente en dicha Comisión están discutiendo la iniciativa del Presupuesto 2016, el cual proyecta gastar Q72,430 millones, de los cuales un 65% será para gastos de funcionamiento (Q46,665 millones), 18% para “inversión” (Q13,316 millones) y 17% para pago de deuda (Q12,449 millones).
En otros artículos haré un análisis de los ingresos y los gastos más detallado. Ahora quiero enfocarme en ese 18% del gasto mal llamado inversión. Este rubro tiene el nombre técnico de “Programa de inversión física, transferencias de capital e inversión financiera”, en el cual se suponía –cuando fue creado- que iba a servir para que los ciudadanos tuvieran incidencia en el gasto público y pudieran solicitar obras para su comunidad.
El “Listado geográfico de obras” como coloquialmente se conoce a este programa ha servido “principalmente” para asignar el dinero de los tributarios a los diputados con mayor “poder político”. Los diputados y los alcaldes se han convertido en constructores de escuelas, puentes y carreteras de cartón que en cada época de lluvia se deben rehacer.
Algunos Consejos de Desarrollo han sido pervertidos por los diputados al transferirles la ejecución además de la fiscalización del uso de los recursos, es decir, los han convertido en jueces y parte de la realización de las obras. Imagine con qué intenciones.
Trece mil millones de quetzales son un botín apetecible para quienes no saben cómo generar riqueza, por lo que se las ingenian para expoliarlas en su beneficio. A través de obras sobrevaloradas, mal construidas o incluso “fantasmas” es como el botín año con año es repartido entre quienes ostentan el poder y sus allegados. Además, con la excusa de ayudar a los más necesitados, los fideicomisos y los fondos se convierten en el paraíso del gasto sin rendimiento de cuentas.
Por si lo anterior no fuera suficiente, si hacemos una revisión de la asignación del Listado geográfico, nos daremos cuenta que el mapa de gastos no coincide con el mapa de pobreza. Y, si además comparamos los resultados de todos estos años de Listado geográfico de obras descubriremos su casi nula efectividad.
Más que una Comisión “renovada” –como indicaba la noticia- lo que se renueva es la forma de robarse el dinero de los tributarios. La corrupción “renovada” es lo que cada año presenciamos con la aprobación del botín llamado técnicamente “Presupuesto General”. El #CasoLaLinea es juego de niños comparado con el presupuesto.
Así que para poder cambiar este estado actual de las cosas, debemos iniciar por comprender nuestro papel de mandantes. Comprender que la corrupción no se reduce aumentando controles sino todo lo contrario. Tampoco se va a reducir aumentando la burocracia, sino eliminándola.
La corrupción renovada seguirá si seguimos dándoles motivos para quitarnos el dinero con la excusa de ayudar a los más pobres, cuando realmente lo que hacen es repartirlo entre ellos y sus amigos. La corrupción renovada se mantendrá mientras creamos que el politiquillo va a administrar mejor lo que nosotros produjimos.
Mientras sigamos dándole pretextos al gobierno para quitarnos nuestro dinero continuará la corrupción renovada. Mientras pensemos que el politiquillo de turno sabe lo que es mejor para nosotros, año con año, se discutirá en el Congreso como gastar lo que aún no producimos y cómo endeudar a quienes aún no han nacido.
@Md30
Facebook.com/mda30
El fin de semana se publicó la noticia de que la Comisión de Finanzas y Moneda Pública del Congreso había sido renovada con diputados de bancadas minoritarias. Esta Comisión se encontraba copada por los diputados del Partido Patriota y sus aliados de Líder. Al renunciar algunos de estos diputados se abrió el espacio para que entraran nuevos integrantes de otros partidos.
La Comisión de Finanzas es la más deseada en cada inicio de año, ya que es ahí donde se discuten y dictaminan las iniciativas relacionadas con las finanzas públicas como los préstamos, las exoneraciones, los impuestos y el presupuesto nacional, entre otros.
Actualmente en dicha Comisión están discutiendo la iniciativa del Presupuesto 2016, el cual proyecta gastar Q72,430 millones, de los cuales un 65% será para gastos de funcionamiento (Q46,665 millones), 18% para “inversión” (Q13,316 millones) y 17% para pago de deuda (Q12,449 millones).
En otros artículos haré un análisis de los ingresos y los gastos más detallado. Ahora quiero enfocarme en ese 18% del gasto mal llamado inversión. Este rubro tiene el nombre técnico de “Programa de inversión física, transferencias de capital e inversión financiera”, en el cual se suponía –cuando fue creado- que iba a servir para que los ciudadanos tuvieran incidencia en el gasto público y pudieran solicitar obras para su comunidad.
El “Listado geográfico de obras” como coloquialmente se conoce a este programa ha servido “principalmente” para asignar el dinero de los tributarios a los diputados con mayor “poder político”. Los diputados y los alcaldes se han convertido en constructores de escuelas, puentes y carreteras de cartón que en cada época de lluvia se deben rehacer.
Algunos Consejos de Desarrollo han sido pervertidos por los diputados al transferirles la ejecución además de la fiscalización del uso de los recursos, es decir, los han convertido en jueces y parte de la realización de las obras. Imagine con qué intenciones.
Trece mil millones de quetzales son un botín apetecible para quienes no saben cómo generar riqueza, por lo que se las ingenian para expoliarlas en su beneficio. A través de obras sobrevaloradas, mal construidas o incluso “fantasmas” es como el botín año con año es repartido entre quienes ostentan el poder y sus allegados. Además, con la excusa de ayudar a los más necesitados, los fideicomisos y los fondos se convierten en el paraíso del gasto sin rendimiento de cuentas.
Por si lo anterior no fuera suficiente, si hacemos una revisión de la asignación del Listado geográfico, nos daremos cuenta que el mapa de gastos no coincide con el mapa de pobreza. Y, si además comparamos los resultados de todos estos años de Listado geográfico de obras descubriremos su casi nula efectividad.
Más que una Comisión “renovada” –como indicaba la noticia- lo que se renueva es la forma de robarse el dinero de los tributarios. La corrupción “renovada” es lo que cada año presenciamos con la aprobación del botín llamado técnicamente “Presupuesto General”. El #CasoLaLinea es juego de niños comparado con el presupuesto.
Así que para poder cambiar este estado actual de las cosas, debemos iniciar por comprender nuestro papel de mandantes. Comprender que la corrupción no se reduce aumentando controles sino todo lo contrario. Tampoco se va a reducir aumentando la burocracia, sino eliminándola.
La corrupción renovada seguirá si seguimos dándoles motivos para quitarnos el dinero con la excusa de ayudar a los más pobres, cuando realmente lo que hacen es repartirlo entre ellos y sus amigos. La corrupción renovada se mantendrá mientras creamos que el politiquillo va a administrar mejor lo que nosotros produjimos.
Mientras sigamos dándole pretextos al gobierno para quitarnos nuestro dinero continuará la corrupción renovada. Mientras pensemos que el politiquillo de turno sabe lo que es mejor para nosotros, año con año, se discutirá en el Congreso como gastar lo que aún no producimos y cómo endeudar a quienes aún no han nacido.
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