Los críticos de la Liberalismo, sobre todo en su expresión Libertaria, son rápidos en brincar a falsas conclusiones e inconsistentes acusaciones. Que si se aceptan las premisas Liberales que caeríamos en un “caos”, dicen unos. Otros señalan una especie de “ley de jungla”, donde, al buen estilo del salsero panameño Rubén Blades, acusan al Liberalismo de consecuencias estilo “sardina-tiburón.” Y los más, según ellos, “ilustrados,” de esos que pululan hoy por las facultades de Historia, Ciencias Sociales, Humanidades y Filosofía, son más atrevidos –y desinformados—al esgrimir que la Libertad sería el fin del mundo como lo conocemos.
Todos los críticos, debo agregar, de una línea “socialista-colectivista-dirigista”, que pretenden sentar las bases para el control y la administración del poder a partir de modelos que son mejor comparados con un “panal de abejas,” en donde ellos serían “las reinas”, y el resto de mortales como usted o como yo, los fieles y obedientes servidores.
Por eso, retomar las ideas centrales del gran Murray N. Rothbard en su seminal obra “La Ética de la Libertad” (Unión Editorial, 1995, ISBN: 84-7209-294-1), es no sólo urgente, sino también fundamental para aclararse dentro de la misma perspectiva Liberal las ideas, y al mismo tiempo descubrir los agujeros de los críticos, junto con la demostración que en realidad ni son reyes, que la tela –su tela—“invisible” no existe, y que en realidad están desnudos académicamente (pero sólo ellas y ellos se creen semejantes falacias anti-Liberales).
Dice Rothbard en el Prefacio que “los derechos naturales de la propiedad y la posesión son la base y el fundamento de la Libertad,” y que “la clave de la teoría de la libertad es la clara delimitación de los derechos de la propiedad privada.”
El autor, con una visión de largo plazo, explica que en este libro “se trata de un bosquejo, de unos prolegómenos que confío lleguen a ser plenamente desarrollados en un futuro Derecho Civil Libertario.”
Aunque esta obra, como el mismo Rothbard lo señala, no es un tratado de ética, es en realidad un argumento contundente acerca de las bases éticas de la única propiedad posible, la propiedad privada. De hecho, de esa noción partirían las mismas normas de premios y castigos, de “delimitaciones” y “límites” para todas las partes del sistema social.
“Como toda teoría de la ley natural debería hacer, expone una teoría normativa de la ley –en nuestro caso una teoría de la ´ley libertaria´,” explica Rothbard presentando las grandes ideas de su obra.
¿Por qué es seminal esta propuesta para responder a los críticos del Liberalismo? Pues porque la primera destrucción que ellas y ellos buscan es de la propiedad privada tildándola, aún contra la evidencia, del origen de todos los males sociales.
Y debido a que esa forma de pensar, esa de destrucción de la propiedad privada se ha extendido como cáncer en Guatemala, es tiempo ya de regresar a las bases que han hecho posible el progreso humano.
Esto, aclaro, no es una batalla de simples ideas, sino es la misma subsistencia de nosotros como sociedad con futuro. Los ejemplos de Venezuela, Brasil o Argentina, y los cantos del “Socialismo del Siglo XXI”, ya para este 2014, son sólo avisos de lo nefasto que puede ser no analizar los fundamentos éticos de la Libertad, que con tanta sabiduría y visión Rothbard dejó como legado.