En el cierre de año, cuando el balance personal se vuelve inevitable y la expectativa por un nuevo comienzo gana espacio, las emociones suelen intensificarse. Culminan ciclos, emergen preguntas pendientes y se renuevan propósitos que muchas veces cargan más presión que claridad.
En este contexto, la terapeuta emocional Rossana de León comparte una mirada orientada a la conciencia, el autoconocimiento y la preparación emocional para iniciar un nuevo año con mayor equilibrio.
A partir de su experiencia en bioneuroemoción, yoga y movimientos sistémicos, reflexiona sobre los patrones que se repiten, las creencias que limitan y la importancia de escuchar el cuerpo como parte del proceso de sanación. La entrevista propone una pausa necesaria para comprender lo vivido, soltar lo que ya no aporta y abrir espacio a un nuevo ciclo desde una perspectiva más consciente y personal.
¿Cuál es tu especialización y qué fue lo que te motivó a estudiar este enfoque terapéutico en particular?
—Mi especialización se dio a partir de una vivencia personal. Se conjugó con situaciones familiares que estaba atravesando, especialmente con mi hijo, quien empezó a manifestar ciertos síntomas que no tenían una explicación médica clara.
Eso me llevó a investigar qué estaba ocurriendo y encontré información del Instituto Enric Corbera, donde se hablaba de la relación entre emociones, síntomas y enfermedades que se repiten en la vida.
El tema me atrapó profundamente. Empecé investigando todos los días, tomé cursos básicos para comprender mis emociones y apoyar a mi hijo, y con el tiempo decidí certificarme e integrar también el yoga y el movimiento corporal al proceso.
Las personas que acuden a ti suelen repetir patrones emocionales o físicos, ¿qué es lo que principalmente buscan cuando llegan a consulta?
—Muchas personas llegan por síntomas a los que no se les encuentra una causa médica clara, como dolores o malestares asociados al estrés, luego de múltiples estudios sin resultados concluyentes.
Otras llegan por situaciones repetitivas, como perder trabajos, no lograr relaciones estables o mantener vínculos marcados por abuso o violencia, donde sienten que no logran avanzar.
Lo que hacemos es una investigación para encontrar la raíz emocional. Al tomar conciencia, se abre la posibilidad de transformar creencias que incluso provienen del entorno familiar o transgeneracional.
Desde tu enfoque, ¿en qué se diferencia la bioneuroemoción de la psicología tradicional?
—La psicología se centra mucho en el estudio de la mente y las conductas. La bioneuroemoción amplía esa mirada al integrar también la biología y el cuerpo físico.
Se analiza qué partes del cuerpo están vinculadas a determinadas emociones y pensamientos, y cómo existen leyes biológicas que rigen esos procesos, como en el sistema digestivo.
Esto permite unir cuerpo, mente y emociones, entendiendo que lo que sentimos y pensamos puede materializarse físicamente si no se toma conciencia.
El cierre de año suele despertar balances emocionales intensos, ¿cuál es el primer paso para cerrar un ciclo de forma saludable?
—Creo que lo más importante es hacer una pausa. Muchas veces queremos iniciar algo nuevo sin haber resuelto o comprendido lo que estamos cerrando emocionalmente.
La bioneuroemoción sugiere detenernos y evaluar con qué emociones estamos cerrando el año y cómo queremos iniciar el siguiente, desde la conciencia.
Incluso emociones como el miedo pueden convertirse en un impulso si las reconocemos y aprendemos a usarlas como aliadas en lugar de resistirlas.
¿Qué patrones o creencias suelen activarse durante estas fechas y cómo influyen en nuestro bienestar emocional?
—Uno de los patrones más comunes es la necesidad de cierre, de poner un punto final a lo que no se logró, lo que muchas veces genera sensación de fracaso.
También se activa fuertemente la creencia de pertenencia: el “tengo que” asistir, regalar, convivir, muchas veces por obligación y no por deseo genuino.
Esto puede generar desgaste emocional. Por eso es importante preguntarnos qué queremos realmente y hacer las cosas desde el corazón, no desde la imposición.
Muchas personas terminan el año agotadas, ¿qué prácticas simples recomiendas para recuperar energía emocional?
—La base siempre es la conciencia. Detenernos y preguntarnos qué nos ha hecho sentir tan cansados durante el año es clave para entenderlo.
Muchas veces el agotamiento viene de hacer cosas por obligación, asumir roles que no nos corresponden o exigirnos demasiado sin escucharnos.
Pequeñas acciones que alegran el corazón, como caminar descalzos, ver un atardecer o disfrutar aromas simples, pueden tener un impacto profundo.
Desde la reprogramación mental, ¿qué programas inconscientes suelen limitar la prosperidad personal?
—Existen programas muy comunes como el del sufrimiento, la idea de que todo debe costar mucho para merecer algo bueno.
También está el tema del merecimiento, sentir que no valemos lo suficiente o que no podemos tener más que otros miembros de la familia.
Y aparecen las lealtades familiares inconscientes, donde prosperar se vive como una amenaza al vínculo, lo que limita el crecimiento personal.
En el cierre de año, ¿cómo se puede lidiar emocionalmente con la pérdida de un ser querido?
—La pérdida es uno de los procesos más complejos que puede atravesar una persona, y no existe una forma correcta o incorrecta de vivir el duelo.
Muchas veces queremos acelerar el proceso o evitar el dolor, pero el primer paso es permitirnos sentir, reconocer la tristeza y darle un espacio legítimo.
Honrar lo vivido, agradecer el vínculo y comprender que el amor no desaparece con la ausencia ayuda a transitar el duelo con mayor conciencia y compasión.
Para quienes inician un nuevo año con miedo o incertidumbre ¿qué mensaje final te gustaría compartir?
—El miedo va a estar siempre. Es parte de nuestras emociones básicas y está ahí para protegernos, no para paralizarnos.
La invitación es tomarlo de la mano y dar pequeños pasos, como cuando uno se sube a una montaña rusa y no sabe qué viene después.
Permitámonos vivir el proceso con curiosidad, como niños, paso a paso, recordando que estamos aquí para experimentar y disfrutar la vida.
En el cierre de año, cuando el balance personal se vuelve inevitable y la expectativa por un nuevo comienzo gana espacio, las emociones suelen intensificarse. Culminan ciclos, emergen preguntas pendientes y se renuevan propósitos que muchas veces cargan más presión que claridad.
En este contexto, la terapeuta emocional Rossana de León comparte una mirada orientada a la conciencia, el autoconocimiento y la preparación emocional para iniciar un nuevo año con mayor equilibrio.
A partir de su experiencia en bioneuroemoción, yoga y movimientos sistémicos, reflexiona sobre los patrones que se repiten, las creencias que limitan y la importancia de escuchar el cuerpo como parte del proceso de sanación. La entrevista propone una pausa necesaria para comprender lo vivido, soltar lo que ya no aporta y abrir espacio a un nuevo ciclo desde una perspectiva más consciente y personal.
¿Cuál es tu especialización y qué fue lo que te motivó a estudiar este enfoque terapéutico en particular?
—Mi especialización se dio a partir de una vivencia personal. Se conjugó con situaciones familiares que estaba atravesando, especialmente con mi hijo, quien empezó a manifestar ciertos síntomas que no tenían una explicación médica clara.
Eso me llevó a investigar qué estaba ocurriendo y encontré información del Instituto Enric Corbera, donde se hablaba de la relación entre emociones, síntomas y enfermedades que se repiten en la vida.
El tema me atrapó profundamente. Empecé investigando todos los días, tomé cursos básicos para comprender mis emociones y apoyar a mi hijo, y con el tiempo decidí certificarme e integrar también el yoga y el movimiento corporal al proceso.
Las personas que acuden a ti suelen repetir patrones emocionales o físicos, ¿qué es lo que principalmente buscan cuando llegan a consulta?
—Muchas personas llegan por síntomas a los que no se les encuentra una causa médica clara, como dolores o malestares asociados al estrés, luego de múltiples estudios sin resultados concluyentes.
Otras llegan por situaciones repetitivas, como perder trabajos, no lograr relaciones estables o mantener vínculos marcados por abuso o violencia, donde sienten que no logran avanzar.
Lo que hacemos es una investigación para encontrar la raíz emocional. Al tomar conciencia, se abre la posibilidad de transformar creencias que incluso provienen del entorno familiar o transgeneracional.
Desde tu enfoque, ¿en qué se diferencia la bioneuroemoción de la psicología tradicional?
—La psicología se centra mucho en el estudio de la mente y las conductas. La bioneuroemoción amplía esa mirada al integrar también la biología y el cuerpo físico.
Se analiza qué partes del cuerpo están vinculadas a determinadas emociones y pensamientos, y cómo existen leyes biológicas que rigen esos procesos, como en el sistema digestivo.
Esto permite unir cuerpo, mente y emociones, entendiendo que lo que sentimos y pensamos puede materializarse físicamente si no se toma conciencia.
El cierre de año suele despertar balances emocionales intensos, ¿cuál es el primer paso para cerrar un ciclo de forma saludable?
—Creo que lo más importante es hacer una pausa. Muchas veces queremos iniciar algo nuevo sin haber resuelto o comprendido lo que estamos cerrando emocionalmente.
La bioneuroemoción sugiere detenernos y evaluar con qué emociones estamos cerrando el año y cómo queremos iniciar el siguiente, desde la conciencia.
Incluso emociones como el miedo pueden convertirse en un impulso si las reconocemos y aprendemos a usarlas como aliadas en lugar de resistirlas.
¿Qué patrones o creencias suelen activarse durante estas fechas y cómo influyen en nuestro bienestar emocional?
—Uno de los patrones más comunes es la necesidad de cierre, de poner un punto final a lo que no se logró, lo que muchas veces genera sensación de fracaso.
También se activa fuertemente la creencia de pertenencia: el “tengo que” asistir, regalar, convivir, muchas veces por obligación y no por deseo genuino.
Esto puede generar desgaste emocional. Por eso es importante preguntarnos qué queremos realmente y hacer las cosas desde el corazón, no desde la imposición.
Muchas personas terminan el año agotadas, ¿qué prácticas simples recomiendas para recuperar energía emocional?
—La base siempre es la conciencia. Detenernos y preguntarnos qué nos ha hecho sentir tan cansados durante el año es clave para entenderlo.
Muchas veces el agotamiento viene de hacer cosas por obligación, asumir roles que no nos corresponden o exigirnos demasiado sin escucharnos.
Pequeñas acciones que alegran el corazón, como caminar descalzos, ver un atardecer o disfrutar aromas simples, pueden tener un impacto profundo.
Desde la reprogramación mental, ¿qué programas inconscientes suelen limitar la prosperidad personal?
—Existen programas muy comunes como el del sufrimiento, la idea de que todo debe costar mucho para merecer algo bueno.
También está el tema del merecimiento, sentir que no valemos lo suficiente o que no podemos tener más que otros miembros de la familia.
Y aparecen las lealtades familiares inconscientes, donde prosperar se vive como una amenaza al vínculo, lo que limita el crecimiento personal.
En el cierre de año, ¿cómo se puede lidiar emocionalmente con la pérdida de un ser querido?
—La pérdida es uno de los procesos más complejos que puede atravesar una persona, y no existe una forma correcta o incorrecta de vivir el duelo.
Muchas veces queremos acelerar el proceso o evitar el dolor, pero el primer paso es permitirnos sentir, reconocer la tristeza y darle un espacio legítimo.
Honrar lo vivido, agradecer el vínculo y comprender que el amor no desaparece con la ausencia ayuda a transitar el duelo con mayor conciencia y compasión.
Para quienes inician un nuevo año con miedo o incertidumbre ¿qué mensaje final te gustaría compartir?
—El miedo va a estar siempre. Es parte de nuestras emociones básicas y está ahí para protegernos, no para paralizarnos.
La invitación es tomarlo de la mano y dar pequeños pasos, como cuando uno se sube a una montaña rusa y no sabe qué viene después.
Permitámonos vivir el proceso con curiosidad, como niños, paso a paso, recordando que estamos aquí para experimentar y disfrutar la vida.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: