Rodrigo Arenas, presidente editor de República, abrió el Summit “Libertad que transforma: mujer, empresa y familia” con una advertencia tan demográfica como moral: sin familias fuertes no hay futuro posible. Llamó al empresariado a asumir la tarea de proteger la narrativa de la libertad, reconstruir la cultura familiar y pensar en generaciones, no en balances.
Por qué importa. En un país joven que podría envejecer antes de desarrollarse, Arenas advirtió que la demografía no es un dato técnico, sino una señal cultural y económica urgente.
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“Eso es fatal para la sociedad, para las empresas y para el ánimo de la gente”, dijo, al insistir en que el capitalismo necesita juventud y esperanza para innovar.
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Defendió el crecimiento poblacional como fuente de prosperidad y recordó que “no hay demanda sin personas, ni progreso sin familias que sueñen”.
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Su mensaje central: proteger la narrativa de la vida y la familia es tarea económica y cultural, no ideológica.
Entre líneas. Con tono reflexivo y empresarial, planteó un cambio de paradigma: pasar del miedo demográfico al optimismo productivo que une libertad económica y compromiso social.
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Sostuvo que “los empresarios responsables no piensan en los próximos cinco años, sino en los próximos cincuenta”, porque su legado real son las familias que sostienen.
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Enfatizó que la empresa privada debe adelantarse a la regulación y crear condiciones para que las mujeres puedan ser madres sin renunciar a su desarrollo profesional.
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La visión: empresas pro-familia como motor de prosperidad, innovación y sentido de comunidad.
Punto de fricción. Arenas no eludió la autocrítica: señaló que el éxito económico pierde sentido si no se traduce en responsabilidad familiar, ética y compromiso con el futuro del país.
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“Si yo, como empresario o padre, no entrego hijos de bien, fracasé”, afirmó ante la audiencia reunida en el salón Épica de AVIA, en la zona 10 capitalina.
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Hizo un llamado a los hombres a involucrarse en la defensa de la familia y reconocer el valor de la maternidad como fuerza productiva y moral.
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“Nos tenemos que atrever —dijo— a formar familias, no solo empresas.”
Lo que sigue. En su cierre, Arenas trazó un horizonte de acción concreto: pidió al sector privado pasar del discurso a la práctica y convertir la defensa de la familia en estrategia de desarrollo.
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Las compañías que impulsen políticas familiares serán —según Arenas— “las verdaderas ingenieras del futuro”, porque crearán prosperidad desde la vida y no desde la escasez.
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Pidió adoptar una nueva narrativa empresarial: la familia como ventaja competitiva y fundamento de una sociedad libre.
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“Defender la familia es construir el futuro del país”, concluyó, al presentar el Summit como espacio para soluciones reales y esperanza compartida.
Rodrigo Arenas, presidente editor de República, abrió el Summit “Libertad que transforma: mujer, empresa y familia” con una advertencia tan demográfica como moral: sin familias fuertes no hay futuro posible. Llamó al empresariado a asumir la tarea de proteger la narrativa de la libertad, reconstruir la cultura familiar y pensar en generaciones, no en balances.
Por qué importa. En un país joven que podría envejecer antes de desarrollarse, Arenas advirtió que la demografía no es un dato técnico, sino una señal cultural y económica urgente.
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“Eso es fatal para la sociedad, para las empresas y para el ánimo de la gente”, dijo, al insistir en que el capitalismo necesita juventud y esperanza para innovar.
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Defendió el crecimiento poblacional como fuente de prosperidad y recordó que “no hay demanda sin personas, ni progreso sin familias que sueñen”.
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Su mensaje central: proteger la narrativa de la vida y la familia es tarea económica y cultural, no ideológica.
Entre líneas. Con tono reflexivo y empresarial, planteó un cambio de paradigma: pasar del miedo demográfico al optimismo productivo que une libertad económica y compromiso social.
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Sostuvo que “los empresarios responsables no piensan en los próximos cinco años, sino en los próximos cincuenta”, porque su legado real son las familias que sostienen.
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Enfatizó que la empresa privada debe adelantarse a la regulación y crear condiciones para que las mujeres puedan ser madres sin renunciar a su desarrollo profesional.
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La visión: empresas pro-familia como motor de prosperidad, innovación y sentido de comunidad.
Punto de fricción. Arenas no eludió la autocrítica: señaló que el éxito económico pierde sentido si no se traduce en responsabilidad familiar, ética y compromiso con el futuro del país.
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“Si yo, como empresario o padre, no entrego hijos de bien, fracasé”, afirmó ante la audiencia reunida en el salón Épica de AVIA, en la zona 10 capitalina.
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Hizo un llamado a los hombres a involucrarse en la defensa de la familia y reconocer el valor de la maternidad como fuerza productiva y moral.
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“Nos tenemos que atrever —dijo— a formar familias, no solo empresas.”
Lo que sigue. En su cierre, Arenas trazó un horizonte de acción concreto: pidió al sector privado pasar del discurso a la práctica y convertir la defensa de la familia en estrategia de desarrollo.
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Las compañías que impulsen políticas familiares serán —según Arenas— “las verdaderas ingenieras del futuro”, porque crearán prosperidad desde la vida y no desde la escasez.
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Pidió adoptar una nueva narrativa empresarial: la familia como ventaja competitiva y fundamento de una sociedad libre.
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“Defender la familia es construir el futuro del país”, concluyó, al presentar el Summit como espacio para soluciones reales y esperanza compartida.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: