La licitación PEG-5 marca un momento clave para el futuro energético de Guatemala. Paul Wagner, ejecutivo de Grupo Centrans, comparte su visión sobre los retos y oportunidades del sector. Desde parques eólicos hasta nuevas inversiones solares, el panorama es complejo pero prometedor. La entrevista aborda temas como infraestructura, regulación y confianza empresarial. Una mirada directa desde la experiencia de quien impulsa proyectos en toda la región.
¿Cómo nace Grupo Centrans?
— Es una empresa guatemalteca que tiene dos ramas principales. Una tiene operaciones marítimo portuarias, con presencia en Puerto Barrios y Puerto Quetzal. Derivado de estas, nace la oportunidad de invertir en una planta y traer barcazas para la generación de energía en Guatemala.
Posteriormente, se abre la oportunidad de invertir en Nicaragua, en plantas térmicas, en aquel momento de crisis energética en la región. En 2006, se decidió incursionar en energía renovable. Se desarrollan dos parques eólicos en Nicaragua: Amayo 1 y Amayo 2, con 63 megas en total. Fueron los primeros parques de gran escala en Centroamérica.
¿Dónde está ubicado el parque eólico que construyeron en Guatemala?
— Es el Parque Eólico San Antonio del Sitio. Tiene 55 megas, con 16 aerogeneradores. Fue el primero que se construyó y que empezó a operar en Guatemala, en abril de 2015. Después, el grupo desarrolló el parque Ventus en El Salvador, de 54 megas, con 15 turbinas. La tecnología allá es más nueva y eficiente.
Actualmente, derivado de la caída en los precios de la energía renovable, principalmente solar, estamos desarrollando parques solares en Guatemala y Colombia. Estamos terminando de obtener permisos y toda la terminología para desarrollarlo. Esperamos tenerlos en los siguientes meses y empezar pronto la construcción.
¿Cómo enfrentan los riesgos de invertir en países con entornos políticos difíciles?
— Todas las inversiones en Nicaragua se presentaron en un momento de mayor estabilidad. El crecimiento de las inversiones no ha sido igual al panorama actual, pero seguimos abiertos a invertir. El tema energético en Nicaragua no ha tenido restricciones o complejidades para nosotros.
¿Cuál es la expectativa de ustedes para el mercado energético en Guatemala?
— El potencial lo vemos muy interesante. Es un país resiliente que sigue creciendo. La demanda aumenta un 8 % anual desde los años en que la empresa ha invertido. Actualmente, tenemos en desarrollo más de 200 megas solares. Nuestra preocupación es el transporte de energía.
Las líneas actuales ya no tienen capacidad suficiente. La única de gran escala adjudicada en PET-3 fue de 150 megas, entre el Pacífico y Jalpatagua. No será suficiente para lo que pide la licitación PEG-5.
¿Cómo analizan la participación en la próxima licitación PEG-5?
— Tenemos tanto parques térmicos como renovables. El Parque San Antonio del Sitio está operando desde 2015. Nuestro contrato se vence en 2030 y podríamos participar por un periodo de cinco años.
El problema es que la licitación no pide mínimo de energías renovables. Eso deja abierta la puerta a que sea 100 % térmica. Además, han pedido que 1400 megas garanticen curva de energía, lo cual solo hidroeléctricas con embalse y térmicas pueden cumplir. A la solar y la eólica las deja en desventaja.
¿Cuál considera que es el principal riesgo para los usuarios?
— El desabastecimiento. Por más que se construyan parques, si las líneas de transporte están saturadas, la energía no llegará. Además, en la PEG-5 las bases trasladan al generador la responsabilidad de la estabilidad del sistema de transporte, lo cual complica más el panorama.
¿Se desaprovecha el potencial al no exigir mínimos renovables?
— Sí, se está desaprovechando y perdiendo el gran potencial que tiene Guatemala. Seguimos importando hidrocarburos y eso nos expone al mercado internacional. Un conflicto como Rusia–Ucrania dispara precios.
Además, los puertos no tienen infraestructura idónea para recibir 700 megas de gas natural. Puerto Quetzal se está rediseñando con apoyo del cuerpo de ingenieros de EE. UU., pero es complejo pensar en inversiones de esa magnitud.
¿Estamos demasiado expuestos al mercado externo con este esquema energético?
— Sí, porque carbón, coque y gas natural son importados. Son tecnologías estables y necesarias, pero no se puede pensar en 100 % renovables. Creemos que la mejor matriz es una mezcla de todas las tecnologías.
¿Cómo ha percibido la actitud del Estado hacia los inversionistas?
— Sentimos que no se dan todas las situaciones ideales. La licitación mantiene esquema térmico pese al discurso ambiental. La permisología y la falta de claridad limitan las inversiones.
¿Cuál es actualmente el ánimo de los inversionistas en Guatemala?
— Creería que tenemos ganas de seguir creciendo. La PEG-5 se va a desarrollar, esperamos que se den las inversiones en generación y transporte. Nosotros estamos desarrollando más de 200 megas solares, independientemente de los resultados de la licitación.
¿Qué debería cambiar para que participen con más confianza?
— Estamos tratando de leer las bases para ver cómo participar con proyectos competitivos y rentables. Ganar con renovables es sumamente complejo.
El problema es que en Guatemala existen proyectos que se ganan y luego no se construyen. Eso representa un riesgo para la demanda. También necesitamos apoyo del gobierno en temas sociales y de transporte. El Estado debe ser mediador y facilitador, no solo espectador.
La licitación PEG-5 marca un momento clave para el futuro energético de Guatemala. Paul Wagner, ejecutivo de Grupo Centrans, comparte su visión sobre los retos y oportunidades del sector. Desde parques eólicos hasta nuevas inversiones solares, el panorama es complejo pero prometedor. La entrevista aborda temas como infraestructura, regulación y confianza empresarial. Una mirada directa desde la experiencia de quien impulsa proyectos en toda la región.
¿Cómo nace Grupo Centrans?
— Es una empresa guatemalteca que tiene dos ramas principales. Una tiene operaciones marítimo portuarias, con presencia en Puerto Barrios y Puerto Quetzal. Derivado de estas, nace la oportunidad de invertir en una planta y traer barcazas para la generación de energía en Guatemala.
Posteriormente, se abre la oportunidad de invertir en Nicaragua, en plantas térmicas, en aquel momento de crisis energética en la región. En 2006, se decidió incursionar en energía renovable. Se desarrollan dos parques eólicos en Nicaragua: Amayo 1 y Amayo 2, con 63 megas en total. Fueron los primeros parques de gran escala en Centroamérica.
¿Dónde está ubicado el parque eólico que construyeron en Guatemala?
— Es el Parque Eólico San Antonio del Sitio. Tiene 55 megas, con 16 aerogeneradores. Fue el primero que se construyó y que empezó a operar en Guatemala, en abril de 2015. Después, el grupo desarrolló el parque Ventus en El Salvador, de 54 megas, con 15 turbinas. La tecnología allá es más nueva y eficiente.
Actualmente, derivado de la caída en los precios de la energía renovable, principalmente solar, estamos desarrollando parques solares en Guatemala y Colombia. Estamos terminando de obtener permisos y toda la terminología para desarrollarlo. Esperamos tenerlos en los siguientes meses y empezar pronto la construcción.
¿Cómo enfrentan los riesgos de invertir en países con entornos políticos difíciles?
— Todas las inversiones en Nicaragua se presentaron en un momento de mayor estabilidad. El crecimiento de las inversiones no ha sido igual al panorama actual, pero seguimos abiertos a invertir. El tema energético en Nicaragua no ha tenido restricciones o complejidades para nosotros.
¿Cuál es la expectativa de ustedes para el mercado energético en Guatemala?
— El potencial lo vemos muy interesante. Es un país resiliente que sigue creciendo. La demanda aumenta un 8 % anual desde los años en que la empresa ha invertido. Actualmente, tenemos en desarrollo más de 200 megas solares. Nuestra preocupación es el transporte de energía.
Las líneas actuales ya no tienen capacidad suficiente. La única de gran escala adjudicada en PET-3 fue de 150 megas, entre el Pacífico y Jalpatagua. No será suficiente para lo que pide la licitación PEG-5.
¿Cómo analizan la participación en la próxima licitación PEG-5?
— Tenemos tanto parques térmicos como renovables. El Parque San Antonio del Sitio está operando desde 2015. Nuestro contrato se vence en 2030 y podríamos participar por un periodo de cinco años.
El problema es que la licitación no pide mínimo de energías renovables. Eso deja abierta la puerta a que sea 100 % térmica. Además, han pedido que 1400 megas garanticen curva de energía, lo cual solo hidroeléctricas con embalse y térmicas pueden cumplir. A la solar y la eólica las deja en desventaja.
¿Cuál considera que es el principal riesgo para los usuarios?
— El desabastecimiento. Por más que se construyan parques, si las líneas de transporte están saturadas, la energía no llegará. Además, en la PEG-5 las bases trasladan al generador la responsabilidad de la estabilidad del sistema de transporte, lo cual complica más el panorama.
¿Se desaprovecha el potencial al no exigir mínimos renovables?
— Sí, se está desaprovechando y perdiendo el gran potencial que tiene Guatemala. Seguimos importando hidrocarburos y eso nos expone al mercado internacional. Un conflicto como Rusia–Ucrania dispara precios.
Además, los puertos no tienen infraestructura idónea para recibir 700 megas de gas natural. Puerto Quetzal se está rediseñando con apoyo del cuerpo de ingenieros de EE. UU., pero es complejo pensar en inversiones de esa magnitud.
¿Estamos demasiado expuestos al mercado externo con este esquema energético?
— Sí, porque carbón, coque y gas natural son importados. Son tecnologías estables y necesarias, pero no se puede pensar en 100 % renovables. Creemos que la mejor matriz es una mezcla de todas las tecnologías.
¿Cómo ha percibido la actitud del Estado hacia los inversionistas?
— Sentimos que no se dan todas las situaciones ideales. La licitación mantiene esquema térmico pese al discurso ambiental. La permisología y la falta de claridad limitan las inversiones.
¿Cuál es actualmente el ánimo de los inversionistas en Guatemala?
— Creería que tenemos ganas de seguir creciendo. La PEG-5 se va a desarrollar, esperamos que se den las inversiones en generación y transporte. Nosotros estamos desarrollando más de 200 megas solares, independientemente de los resultados de la licitación.
¿Qué debería cambiar para que participen con más confianza?
— Estamos tratando de leer las bases para ver cómo participar con proyectos competitivos y rentables. Ganar con renovables es sumamente complejo.
El problema es que en Guatemala existen proyectos que se ganan y luego no se construyen. Eso representa un riesgo para la demanda. También necesitamos apoyo del gobierno en temas sociales y de transporte. El Estado debe ser mediador y facilitador, no solo espectador.