En el corazón de la zona 2 de la Ciudad de Guatemala, al final de la avenida Simeón Cañas -antes Minerva- y del antiguo Hipódromo del Norte, se encuentra una de las obras más singulares y conmovedoras del país: el Mapa en Relieve. Esta creación, ubicada en el antiguo Parque Minerva, donde también se erigió el Templo de Minerva, es una representación tridimensional del territorio nacional, y un testimonio de la visión, el esfuerzo y el amor por Guatemala de un hombre excepcional: el ingeniero y coronel Francisco Vela.
La historia del Mapa en Relieve comienza mucho antes de su construcción. Según el historiador y cronista Miguel Álvarez, Vela ya había concebido la idea desde 1888. Cuando el presidente Manuel Estrada Cabrera le pidió que diseñara los jardines que rodearían el Templo de Minerva, Vela propuso algo radicalmente distinto: construir una maqueta tridimensional del país que sirviera como herramienta educativa. El presidente, sorprendido por la audacia de la propuesta, la aprobó.
El ingeniero -adelantado para su época- ya había realizado dos maquetas en su casa, y su inspiración surgió tras ascender al volcán Zunil, donde al despertar contempló el paisaje y decidió que debía ser representado en escala. No existía en el mundo una obra similar; fue una idea completamente original, nacida del corazón de un matemático.
Una obra de ciencia y arte
El periodista e historiador Federico Hernández de León, testigo cercano de la vida de Vela, escribió con emoción sobre el proceso creativo del maestro: “Pasados los años, los antiguos alumnos de don Francisco Vela, en una minoría, visitábamos al maestro, en su hogar, en una de cuyas salas había una mesa enorme, una mesa que parecía un techo bajado de su altura, en donde estaban diseminados materiales de dibujo, planos, tintas, lápices, escuadras, compases y reglas numeradas. Siempre tenía el maestro alguna novedad que mostrar a sus visitantes, como el floricultor, que muestra el resultado de sus injertos, en variedad de especies”, escribe en el tomo I de su libro De las gentes que conocí.
Cuando en 1903 se supo que el presidente apoyaba la ocurrencia de Vela, muchos de sus antiguos alumnos acudieron a ver cómo las líneas y señales tomaban forma, cómo el rostro de Guatemala emergía del suelo.
La construcción del mapa tomó aproximadamente un año, entre 1904 y 1905, pero su elaboración fue el fruto de 16 años de trabajo de campo. Vela recorrió el país acompañado por un indígena y un burro, tomando medidas y observaciones directamente en el terreno. En una época sin aviación ni tecnología avanzada, su labor fue la de un verdadero agrimensor, comenta Álvarez.
El mapa fue elaborado con materiales comunes: piedra, ladrillo y cemento —este último una novedad en Guatemala, gracias a la recién establecida cementera Novela. Se utilizaron 60 000 ladrillos, 750 yardas de tubería de plomo, 1036 quintales de cemento, y los océanos fueron representados con piedra pómez extraída del Volcán Santa María. Las líneas de ferrocarril fueron trazadas con plomo, y los puentes, con acero.
Escalas y geografía
El mapa fue construido con dos escalas distintas: una horizontal y otra vertical. Esto permitió exagerar las alturas de los volcanes y montañas para hacerlas más visibles. Si se hubiera usado una escala uniforme, el relieve habría parecido plano. Esta decisión óptica fue clave para la comprensión visual del terreno.
Desde las torres de observación —construidas durante el gobierno de Jorge Ubico— se pueden distinguir las sierras Madre y los Cuchumatanes, que recorren el país de manera paralela. También se observa el punto más alto del territorio: el volcán Tajumulco, en San Marcos, con 4220 metros sobre el nivel del mar. Los grandes ríos como el Motagua, Usumacinta, Polochic, Dulce y Sarstún, cruzan el país como venas que alimentan la tierra.
El mapa revela la complejidad climática del país: Huehuetenango, por ejemplo, no es completamente frío; sus zonas bajas como La Democracia y Nentón son cálidas. Lo mismo ocurre en las Verapaces, donde Alta Verapaz ofrece un clima templado y Baja Verapaz desciende hacia zonas más cálidas. El departamento de Petén, el más grande del país, se muestra como una vasta planicie, lo que explica sus altas temperaturas.
El mapa está rodeado por el bosque Sonoro, compuesto por árboles de hormigo, cuya madera se utiliza para fabricar la marimba, instrumento nacional. Cada árbol está identificado con el nombre de un artista reconocido, convirtiendo el espacio en un homenaje vivo a la cultura guatemalteca.
La baranda perimetral, de 90 centímetros de alto y 215 metros de longitud, fue diseñada por el italiano Antonio Doninelli. Está decorada con símbolos inspirados en las monedas de la época, que se repiten a lo largo de su extensión.
La piedra de los Cuchumatanes
Uno de los momentos más emotivos de la inauguración fue la colocación de la última piedra, traída desde las alturas de los Cuchumatanes. Hernández de León lo relata con detalle:
“La última piedra era efectivamente una piedra traída de las alturas de los Cuchumatanes, para ser colocada en el sitio de la reproducción. Don Francisco Vela, dentro del mayor sigilo, organizó esta sorpresa preparada para el público y para el mandatario. Una comisión de vecinos de Huehuetenango, con el Jefe Político a la cabeza, se dirigió a las cumbres de la montaña; se tomó la piedrecita y se levantó el acta que la identificara. En el momento en que Estrada Cabrera recibía la piedra, para ser colocada en su sitio y que se creyera era un canto tomado de cualquier parte, se leyeron los documentos justificativos y este detalle cumplió dentro de la exigencia material, más absoluta. Estrada Cabrera, que ya usaba una máscara para exhibirse en público, dejó traslucir la profunda emoción que le dominaba en un incidente de apariencia menor”, describe el periodista.
El Parque Minerva y su destrucción
El Mapa en Relieve formaba parte de un conjunto arquitectónico que incluía el Templo de Minerva, fuentes, jardines y el Hipódromo del Norte. Estrada Cabrera había concebido esta área como un espacio monumental para su propia alabanza. Sin embargo, tres décadas después de su caída, el templo fue demolido en 1953 durante el gobierno de Jacobo Árbenz, mediante el uso de dinamita. Hasta hoy, no se conoce con certeza la razón de su destrucción.
Hernández de León lamentó profundamente esta pérdida:
“Los bienes propios no se aprecian en toda su extensión y así se explica que se haya tenido la infeliz ocurrencia, de afear este Campo de Minerva, con levantar el diamante de béisbol. No hubo una sola protesta contra este atentado... destruir el Templo de Minerva que debiera permanecer como un símbolo, como una decoración, como una señal de los tiempos”.
El Mapa en Relieve fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación “debido a su belleza y complejidad y el esfuerzo que se puso para llevarlo a cabo”. No es solo una obra de albañilería, sino un esfuerzo monumental de ciencia matemática, una condensación de comparaciones y cálculos, una realización de lo que pudo mantenerse simplemente en la imaginación de un ingeniero.
Hoy, 120 años después de su inauguración -29 de octubre de 1905-, el Mapa en Relieve sigue siendo admirado por visitantes de todo el mundo. Es el retrato de una patria, el sueño de un hombre, y el símbolo de una nación que aprendió a verse desde las alturas.
En el corazón de la zona 2 de la Ciudad de Guatemala, al final de la avenida Simeón Cañas -antes Minerva- y del antiguo Hipódromo del Norte, se encuentra una de las obras más singulares y conmovedoras del país: el Mapa en Relieve. Esta creación, ubicada en el antiguo Parque Minerva, donde también se erigió el Templo de Minerva, es una representación tridimensional del territorio nacional, y un testimonio de la visión, el esfuerzo y el amor por Guatemala de un hombre excepcional: el ingeniero y coronel Francisco Vela.
La historia del Mapa en Relieve comienza mucho antes de su construcción. Según el historiador y cronista Miguel Álvarez, Vela ya había concebido la idea desde 1888. Cuando el presidente Manuel Estrada Cabrera le pidió que diseñara los jardines que rodearían el Templo de Minerva, Vela propuso algo radicalmente distinto: construir una maqueta tridimensional del país que sirviera como herramienta educativa. El presidente, sorprendido por la audacia de la propuesta, la aprobó.
El ingeniero -adelantado para su época- ya había realizado dos maquetas en su casa, y su inspiración surgió tras ascender al volcán Zunil, donde al despertar contempló el paisaje y decidió que debía ser representado en escala. No existía en el mundo una obra similar; fue una idea completamente original, nacida del corazón de un matemático.
Una obra de ciencia y arte
El periodista e historiador Federico Hernández de León, testigo cercano de la vida de Vela, escribió con emoción sobre el proceso creativo del maestro: “Pasados los años, los antiguos alumnos de don Francisco Vela, en una minoría, visitábamos al maestro, en su hogar, en una de cuyas salas había una mesa enorme, una mesa que parecía un techo bajado de su altura, en donde estaban diseminados materiales de dibujo, planos, tintas, lápices, escuadras, compases y reglas numeradas. Siempre tenía el maestro alguna novedad que mostrar a sus visitantes, como el floricultor, que muestra el resultado de sus injertos, en variedad de especies”, escribe en el tomo I de su libro De las gentes que conocí.
Cuando en 1903 se supo que el presidente apoyaba la ocurrencia de Vela, muchos de sus antiguos alumnos acudieron a ver cómo las líneas y señales tomaban forma, cómo el rostro de Guatemala emergía del suelo.
La construcción del mapa tomó aproximadamente un año, entre 1904 y 1905, pero su elaboración fue el fruto de 16 años de trabajo de campo. Vela recorrió el país acompañado por un indígena y un burro, tomando medidas y observaciones directamente en el terreno. En una época sin aviación ni tecnología avanzada, su labor fue la de un verdadero agrimensor, comenta Álvarez.
El mapa fue elaborado con materiales comunes: piedra, ladrillo y cemento —este último una novedad en Guatemala, gracias a la recién establecida cementera Novela. Se utilizaron 60 000 ladrillos, 750 yardas de tubería de plomo, 1036 quintales de cemento, y los océanos fueron representados con piedra pómez extraída del Volcán Santa María. Las líneas de ferrocarril fueron trazadas con plomo, y los puentes, con acero.
Escalas y geografía
El mapa fue construido con dos escalas distintas: una horizontal y otra vertical. Esto permitió exagerar las alturas de los volcanes y montañas para hacerlas más visibles. Si se hubiera usado una escala uniforme, el relieve habría parecido plano. Esta decisión óptica fue clave para la comprensión visual del terreno.
Desde las torres de observación —construidas durante el gobierno de Jorge Ubico— se pueden distinguir las sierras Madre y los Cuchumatanes, que recorren el país de manera paralela. También se observa el punto más alto del territorio: el volcán Tajumulco, en San Marcos, con 4220 metros sobre el nivel del mar. Los grandes ríos como el Motagua, Usumacinta, Polochic, Dulce y Sarstún, cruzan el país como venas que alimentan la tierra.
El mapa revela la complejidad climática del país: Huehuetenango, por ejemplo, no es completamente frío; sus zonas bajas como La Democracia y Nentón son cálidas. Lo mismo ocurre en las Verapaces, donde Alta Verapaz ofrece un clima templado y Baja Verapaz desciende hacia zonas más cálidas. El departamento de Petén, el más grande del país, se muestra como una vasta planicie, lo que explica sus altas temperaturas.
El mapa está rodeado por el bosque Sonoro, compuesto por árboles de hormigo, cuya madera se utiliza para fabricar la marimba, instrumento nacional. Cada árbol está identificado con el nombre de un artista reconocido, convirtiendo el espacio en un homenaje vivo a la cultura guatemalteca.
La baranda perimetral, de 90 centímetros de alto y 215 metros de longitud, fue diseñada por el italiano Antonio Doninelli. Está decorada con símbolos inspirados en las monedas de la época, que se repiten a lo largo de su extensión.
La piedra de los Cuchumatanes
Uno de los momentos más emotivos de la inauguración fue la colocación de la última piedra, traída desde las alturas de los Cuchumatanes. Hernández de León lo relata con detalle:
“La última piedra era efectivamente una piedra traída de las alturas de los Cuchumatanes, para ser colocada en el sitio de la reproducción. Don Francisco Vela, dentro del mayor sigilo, organizó esta sorpresa preparada para el público y para el mandatario. Una comisión de vecinos de Huehuetenango, con el Jefe Político a la cabeza, se dirigió a las cumbres de la montaña; se tomó la piedrecita y se levantó el acta que la identificara. En el momento en que Estrada Cabrera recibía la piedra, para ser colocada en su sitio y que se creyera era un canto tomado de cualquier parte, se leyeron los documentos justificativos y este detalle cumplió dentro de la exigencia material, más absoluta. Estrada Cabrera, que ya usaba una máscara para exhibirse en público, dejó traslucir la profunda emoción que le dominaba en un incidente de apariencia menor”, describe el periodista.
El Parque Minerva y su destrucción
El Mapa en Relieve formaba parte de un conjunto arquitectónico que incluía el Templo de Minerva, fuentes, jardines y el Hipódromo del Norte. Estrada Cabrera había concebido esta área como un espacio monumental para su propia alabanza. Sin embargo, tres décadas después de su caída, el templo fue demolido en 1953 durante el gobierno de Jacobo Árbenz, mediante el uso de dinamita. Hasta hoy, no se conoce con certeza la razón de su destrucción.
Hernández de León lamentó profundamente esta pérdida:
“Los bienes propios no se aprecian en toda su extensión y así se explica que se haya tenido la infeliz ocurrencia, de afear este Campo de Minerva, con levantar el diamante de béisbol. No hubo una sola protesta contra este atentado... destruir el Templo de Minerva que debiera permanecer como un símbolo, como una decoración, como una señal de los tiempos”.
El Mapa en Relieve fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación “debido a su belleza y complejidad y el esfuerzo que se puso para llevarlo a cabo”. No es solo una obra de albañilería, sino un esfuerzo monumental de ciencia matemática, una condensación de comparaciones y cálculos, una realización de lo que pudo mantenerse simplemente en la imaginación de un ingeniero.
Hoy, 120 años después de su inauguración -29 de octubre de 1905-, el Mapa en Relieve sigue siendo admirado por visitantes de todo el mundo. Es el retrato de una patria, el sueño de un hombre, y el símbolo de una nación que aprendió a verse desde las alturas.