Una vez al año, cada 7 de diciembre, “Guatemala quema al diablo” a las 18 horas. La actividad es una mezcla de historia colonial, devoción católica y cultura popular. La costumbre marca el inicio de la temporada navideña y acompaña la víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Ese día, familias enteras salen a las calles para encender fogatas, quemar objetos viejos y, en muchos casos, piñatas con forma de diablo. Lo hacen con la intención simbólica de limpiar el hogar y expulsar lo negativo antes de cerrar el año. La tradición se mantiene muy viva. Ha logrado adaptarse a los cambios de época.
Orígenes coloniales y sentido religioso
La quema del diablo tiene raíces en el periodo colonial. Entre los siglos XVI y XVIII, los habitantes de la Antigua Guatemala encendían luminarias y fogatas. Iluminaban las calles durante festividades religiosas. En especial, durante las procesiones de la Virgen María. Sin alumbrado eléctrico, las hogueras se convertían en guía para los fieles. Al pasar el tiempo, la práctica se vinculó con la idea de la purificación espiritual. El 7 de diciembre reforzó la asociación. Esta fecha antecede la celebración de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. La creencia popular afirmaba que el diablo se escondía entre lo viejo, lo sucio o lo acumulado. Al quemar basura o pertenencias desgastadas, las familias simbolizaban la expulsión de males y tentaciones. El fuego adquirió un papel central. Tomó el rol de transformar, depurar y destruir lo impuro. Es decir, representa el triunfo del bien sobre el mal. Así surgió la imagen del diablo en llamas. Un símbolo que conecta la fe católica con la cultura popular guatemalteca, recolectada a través de la tradición oral.
La celebración actual
La celebración adoptó distintas formas. Todo depende de la comunidad y la región. Sin embargo, mantiene tres elementos característicos: fuego, convivencia y ruido festivo. Las hogueras en calles y patios son las más comunes. Las familias sacan objetos viejos o dañados, como papeles, cartón, madera, muebles deteriorados o ramas secas. Colocan ese material frente a sus casas y encienden una fogata al caer la tarde. En muchos hogares, los niños participan mientras los adultos supervisan el fuego. El acto simboliza una limpieza del hogar y un cierre emocional del año. Las piñatas del diablo han aumentado en demanda durante las últimas décadas. Los artesanos las elaboran. Están hechas con alambre, cartón y papel de colores. Algunas familias compran piñatas pequeñas para quemarlas en privado. Otros barrios organizan quemas colectivas que reúnen a decenas de vecinos. Estas figuras suelen incluir decoraciones llamativas, lenguas de papel rojo y cuernos exagerados. En la ciudad de Guatemala, la zona 5 concentra la tradición y la mantiene viva. Se preparan para los festejos del 7 de diciembre con semanas de antelación. La colonia Arrivillaga es la pionera del área. Tienen más de 25 años de celebrar la quema del diablo. La Antigua Guatemala es otro de los lugares que destaca en el interior del país. La figura del diablo que queman supera los cinco metros de altura. Es un espectáculo esperado por los vecinos y los turistas, tanto nacionales como extranjeros.
Pólvora y cohetillos
La fiesta incluye juegos pirotécnicos. Aunque esa práctica no forma parte de los orígenes coloniales, sí acompaña la experiencia actual. El estruendo, las luces y el ambiente festivo refuerzan la sensación de inicio de las celebraciones navideñas. En algunas zonas urbanas, la tradición evolucionó hacia eventos comunitarios. Asociaciones de vecinos o municipalidades organizan quemas oficiales con medidas de seguridad y espectáculos de luces. En otras regiones rurales, la costumbre conserva un tono más íntimo y familiar. La marimba también figura para ambientar la actividad. Mientras se quema el diablo, las melodías acompañan a las personas.
Una vez al año, cada 7 de diciembre, “Guatemala quema al diablo” a las 18 horas. La actividad es una mezcla de historia colonial, devoción católica y cultura popular. La costumbre marca el inicio de la temporada navideña y acompaña la víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Ese día, familias enteras salen a las calles para encender fogatas, quemar objetos viejos y, en muchos casos, piñatas con forma de diablo. Lo hacen con la intención simbólica de limpiar el hogar y expulsar lo negativo antes de cerrar el año. La tradición se mantiene muy viva. Ha logrado adaptarse a los cambios de época.
Orígenes coloniales y sentido religioso
La quema del diablo tiene raíces en el periodo colonial. Entre los siglos XVI y XVIII, los habitantes de la Antigua Guatemala encendían luminarias y fogatas. Iluminaban las calles durante festividades religiosas. En especial, durante las procesiones de la Virgen María. Sin alumbrado eléctrico, las hogueras se convertían en guía para los fieles. Al pasar el tiempo, la práctica se vinculó con la idea de la purificación espiritual. El 7 de diciembre reforzó la asociación. Esta fecha antecede la celebración de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. La creencia popular afirmaba que el diablo se escondía entre lo viejo, lo sucio o lo acumulado. Al quemar basura o pertenencias desgastadas, las familias simbolizaban la expulsión de males y tentaciones. El fuego adquirió un papel central. Tomó el rol de transformar, depurar y destruir lo impuro. Es decir, representa el triunfo del bien sobre el mal. Así surgió la imagen del diablo en llamas. Un símbolo que conecta la fe católica con la cultura popular guatemalteca, recolectada a través de la tradición oral.
La celebración actual
La celebración adoptó distintas formas. Todo depende de la comunidad y la región. Sin embargo, mantiene tres elementos característicos: fuego, convivencia y ruido festivo. Las hogueras en calles y patios son las más comunes. Las familias sacan objetos viejos o dañados, como papeles, cartón, madera, muebles deteriorados o ramas secas. Colocan ese material frente a sus casas y encienden una fogata al caer la tarde. En muchos hogares, los niños participan mientras los adultos supervisan el fuego. El acto simboliza una limpieza del hogar y un cierre emocional del año. Las piñatas del diablo han aumentado en demanda durante las últimas décadas. Los artesanos las elaboran. Están hechas con alambre, cartón y papel de colores. Algunas familias compran piñatas pequeñas para quemarlas en privado. Otros barrios organizan quemas colectivas que reúnen a decenas de vecinos. Estas figuras suelen incluir decoraciones llamativas, lenguas de papel rojo y cuernos exagerados. En la ciudad de Guatemala, la zona 5 concentra la tradición y la mantiene viva. Se preparan para los festejos del 7 de diciembre con semanas de antelación. La colonia Arrivillaga es la pionera del área. Tienen más de 25 años de celebrar la quema del diablo. La Antigua Guatemala es otro de los lugares que destaca en el interior del país. La figura del diablo que queman supera los cinco metros de altura. Es un espectáculo esperado por los vecinos y los turistas, tanto nacionales como extranjeros.
Pólvora y cohetillos
La fiesta incluye juegos pirotécnicos. Aunque esa práctica no forma parte de los orígenes coloniales, sí acompaña la experiencia actual. El estruendo, las luces y el ambiente festivo refuerzan la sensación de inicio de las celebraciones navideñas. En algunas zonas urbanas, la tradición evolucionó hacia eventos comunitarios. Asociaciones de vecinos o municipalidades organizan quemas oficiales con medidas de seguridad y espectáculos de luces. En otras regiones rurales, la costumbre conserva un tono más íntimo y familiar. La marimba también figura para ambientar la actividad. Mientras se quema el diablo, las melodías acompañan a las personas.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: